El comienzo {Libre}

Este era mi primer Vasallaje y no sabía muy bien cómo moverme en este lugar. Se suponía que todos nos vestíamos de forma elegante, o al menos, de forma no tan informal, porque en el 12 era difícil encontrar a alguien de familia humilde con vestidos "elegantes". Por suerte mi madre guardaba dos, uno para ella y otro para mí, pero como todos los años, no me quedaba bien, no se ajustaba a mi cuerpo porque ella era mucho más grande, yo había salido delgaducha mientras que ella tenía hermosas curvas, al parecer lo había heredado de la familia de mi padre. Así que opté por unos pantalones negros ajustados y una blusa blanca suelta que solo se ajustaba a mi cintura, me puse botas y después salí en dirección al Distrito 06.

Todo el lugar tenía ambiente festivo, celebrábamos que pronto llegaría el Vasallaje de los 25 y morirían niños nuevos, niños y jóvenes como yo. A mis 15 años esta era la cuarta cosecha a la que me enfrentaba y aunque me sabía manejar con el arco y con los cuchillos, siempre tenía miedo a salir escogida, y más, sabiendo que mi prueba había sido un completo desastre. Como me pusiera nerviosa en la arena, terminaría muerta desde el principio...tal vez era lo mejor, antes de tener esperanzas de sobrevivir...

Mi madre estaba sentada a mi lado junto a dos mujeres más, reconocí que eran las madres de dos compañeros de mi clase, yo me dedicaba a taladrear con los dedos en cualquier superficie con nerviosismo, finalmente dije a mi madre que se quedara tranquila, que iba a explorar qué cosas se podían hacer allí, ella asintió y yo me fui hacia uno de los puestos donde se vendían perritos calientes, demasiado caros para mi pobre existencia, suspiré y me apoyé en una pared con los brazos cruzados pensando en que esto era otro de los números del Capitolio. Y deseando que ojalá se murieran todos, tal como habían hecho morir a mi hermano mayor hacía cuatro años.

Veía ir y venir a todo el mundo, cada uno en su propio universo. Parecían tan alegres, era como si esto fuera una bendición. Tener que morir en una arena no era algo que yo buscase con alegría o impaciencia, yo solo quería huir y alejarme de todo el ruido, no tener que preocuparme de salir elegida en la cosecha, como si los jóvenes fuésemos ganado que era escogido para ir al matadero por sus características, no era justo y cada vez entendía más a los animales, me sentía como una más de ellos, no como ser humano, sino como cualquier otro animal inconsciente al que habían cuidado para entregar a la muerte.

Así como mi hermano pereció en los Juegos, yo no quería correr esa suerte, no quería dejar a mi madre sola, porque si yo caía, ella estaría sola. Muchas veces había asegurado que se suicidaría si yo salía escogida. Lo pero era que lo decía en serio, que no bromeaba cuando lo decía y que yo sabía, tenía muy claro que ella no iba a dudar a la hora de quitarse la vida antes de ver cómo su segunda hija perdía la vida en una batalla que no era la suya. Y entonces, como de la nada, apareció un chico que reconocí como perteneciente a mi distrito. Nunca había hablado con él, pero me aliviaba tanto su sola presencia que le dí un abrazo, para después alejarme rápidamente con las mejillas rosadas completamente-Lo..lo siento-Expuse apartando la mirada y recuperando mi barrera de chica fría.

-Uy sí, me encantan estas excursiones al paraíso antes de morir, son una maravilla-Seguí dejando ver el sarcasmo y la molestia completa y absolutamente. Estaba muy irritada con tener que venir a este lugar y con tener que enfrentarme a una nueva cosecha para el primer Vasallaje, le sonreí cuando se presentó-Sí...sé como te llamas, eres del doce. No sabes cuánto me ha alegrado ver a alguien conocido en mis mismas circunstancias por aquí-Expliqué aún con las mejillas tornadas de rosa-Un placer, Liam...Yo soy Trisha-Murmuré dándole un beso en la mejilla, así me habían educado-Por lo que se ve, tú también debes estar disfrutando del viaje...-Dije encogiéndome sobre mí misma, apoyándome contra la pared en la que ya estaba, con los brazos cruzados sobre el pecho. Como si estos pudieran protegerme del frío aliento de la muerte que notaba en mi nuca cada vez más cercano.