El que Escucha Consejos llega a Viejo, o mas bien Gana {Reservado para Daenerys y Caurd}

El tiempo apremiaba, y Danny lo estaba notando, demasiado bien. En su casa, las cosas se estaban saliendo de lugar, teniendo en cuenta que los padres de la chica, viendo la cercanía de los Juegos, comenzaban a presionarla con más ahínco, tratando de prepararla para lo que estaba al venir. El otro día, sin ir más lejos, la hicieron ir al Edificio de Justicia a firmar por más teselas, de modo que su nombre entrara más veces en la urna. Pero Danny estaba convencida de que, al ser la única chica que había pasado las pruebas de profesional en su distrito, la meterían en la arena quisiera o no. No sería de extrañar que amañaran el sorteo para que ella fuera la candidata por el 2; y le daba la sensación de no ser la única que pensaba así. A lo largo de la semana previa, mientras la gente veía como la época de los Juegos se iba acercando peligrosamente, se fueron acercando a casa de Danny para llevarle pequeños regalos, o simplemente cruzar algunas palabras con ella. Un vecino de su familia, de hecho, le había llevado una insignia que representaba el escudo del Distrito 2, y le había dejado caer que le gustaría verla con ella en la arena.

En el centro de entrenamiento también se estaba dejando notar. A los demás chicos les habían dejado más horas libres, pero el entrenamiento de Danny aumentó en intensidad tanto como en duración. Por cualquier mínimo error era castigada o regañada, y se le pedía que estuviera implicada al máximo en sus ejercicios. Un día incluso le llegaron a sangrar los dedos de tanto disparar flechas, pero al entrenador que la preparaba no le pareció excusa razonable para que ella dejara de trabajar. El Distrito 2 estaba poniendo las cartas sobre la mesa, y Danny sabía que ella era la principal baza, al menos por el lado femenino, con la que su distrito iba a jugar.

Aquel día, cuando recibió la citación de Kennia para hablar con ella, Danny supo que la sentencia estaba ya firmada, por decirlo de algún modo. Kennia solo se reunía con los chicos que ella consideraba más aptos para ser tributos, y éstos, cuando llegaba la cosecha, si no salían se presentaban voluntarios. Si la mentora la había llamado, la cosa no podía ser más clara: los Juegos la estaban esperando.
Tomó asiento, como la mujer le indicó. Sabía, en el fondo, que lo que iba a escuchar sería una charla relacionada con sus "increíbles capacidades y las enormes oportunidades que iba a tener en los Juegos" más que nada porque siempre era la misma charla todos los años.
-Creo que no va a ser necesario que te andes por las ramas-dijo-Ya que creo que, tanto mi compañero como yo sabremos lo que nos vas a decir.
Como para no saberlo; todo el mundo nos lo decía ya a nosotros.

El despertador sonó interrumpiendo mi sueño de repente y penetrando en mi cráneo como una lanza. Con un gemido saqué la mano de debajo de las mantas y palmeé la mesilla de noche hasta dar con el interruptor que lo apagaría. Ahora es cuando debería volver a intentar conciliar el sueño, pero por lo visto hoy no podía saltarme el ir a las clases de entrenamiento y tal, porque no tenía entrenamiento si no que me había citado la actual mentora del distrito dos. Lo cual significaba que me había hechado el ojo. Eso por una parte era un halago, porque significaba que lo hacía bien, que era bueno, por no decir el mejor. Pero por otra era un auténtico problema porque significaría que mis suposiciones eran ciertas, había llamado la atención como profesional, todo el mundo esperaría que fuese a los juegos, idea que no me hacía demasiada gracia.

Así que me levanté con pereza, me duché, vestí y desayuné, el proceso natural de cada mañana, vamos, y me dirigí hacia el centro de entramiento. Una de las ventajas de ser hiperactivo es que era muy difícil que me pillasen de mal humor, porque se disipaba en seguida, por lo que cuando crucé la puerta de entrada estaba silbando y caminando como si flotara, con esos movimientos cargados de energía que me caracterizaban.

Me dirigí hacia la mesa donde estaba sentada Kennia. La había visto por la televisión alguna vez y paseando por el centro de entrenamiento, pero siempre de lejos. No había visto sus juegos, o mejor dicho, era demasiado pequeño para recordarlos, al fin y al cabo ella había ganado hace mucho tiempo, un millón de años desde mi punto de vista. En la silla de al lado estaba Daenerys, la había conocido el otro día aunque tan solo habíamos podido intercambiar unas cuantas palabras antes de que tuviese que irme. - ¡Ey chicas! - saludé con mi típico tono alegre mientras apartaba la silla que me correspondía de una patada y me sentaba en ella haciendo aspavientos para apartar el humo. Hice una mueca de disgusto, odiaba el olor a tabaco. - Pues yo no sé lo que nos va a decir.- contesté con expresión confusa al comentario de Daenerys. Bueno, tenía una ligera idea, pero, yo que sé, a lo mejor quería decirnos que no nos presentáramos voluntarios bajo ningun concepto porque tenía a otros dos chicos en mente.

La llegada de Caurd no pilló a Danny por sorpresa, ni mucho menos. Conocía de sobras el motivo de aquella reunión, por lo que era consciente de que Caurd también habría sido invitado a la misma. Los dos mejores candidatos que tenía el Distrito 2 para los Juegos, eso eran, la comidilla del distrito. Estaba segura de que, de preguntar de algún modo anónimo por sí misma en el distrito, todos sabrían quién era, dada la repercusión que las pruebas tenían en el 2. Año tras año, los que las pasaban se convertían en la sensación del momento, en una especie de pequeña celebridad, menos que un ganador pero superior a cualquier candidato raso. Danny los había visto en muchas ocasiones, cuando su madre la llevaba para conocer a los nuevos profesionales, repitiéndole una y otra vez que esperaba que algún día, ella fuera una más. Y de hecho, ahora era al revés, ahora era ella la que recibía las visitas... traídas en muchas ocasiones por su madre, como hiciera con ella en el pasado. A Danny le daba la sensación de que se encontraba más orgullosa que ella misma, incluso, como si estuviera realizando su sueño frustrado a través de su hija.

Saludó a su compañero con un leve gesto de la cabeza, mientras aguardaba las palabras de Kennia. Tenía que memorizarlas, porque seguramente esta noche le pedirían durante la cena que las repitiera, palabra por palabra, con exactitud exagerada. No olvidaba como la habían hecho, cuando era más pequeña, aprenderse la lista de los ganadores de los Juegos, sumando cada año el nombre del nuevo ganador. De hecho, hoy en día todavía era capaz de recitar aquellos nombres sin titubear: "Raymond, Maximo, Chrysta, Lessa..." Y esperaba poder añadir el suyo a la misma.

Kennia finalmente habló, y sus palabras fueron las esperadas: ellos eran los favoritos para ser tributos este año. Prácticamente era como decir que iban a ir a la arena, puesto que normalmente, cuando se decía tal cosa, esos chicos acababan o siendo elegidos, o presentándose voluntarios. Seguramente en unos días les tocaría alzar la mano para ofrecerse voluntariamente como tributos si sus nombres no eran leídos en el día de la cosecha.
-He oído que una chica del 4 ha pasado las pruebas-dijo Danny con tono pensativo-Pero solo son rumores, no he oído nada de primera mano. Sobre una posible alianza no lo sé, no conozco a quienes van a ir a la arena por los demás distritos. Y en cuanto a competencia, ¡somos del Distrito 2! No creo que nos suponga ningún reto los demás, somos los más preparados, o al menos eso nos dicen siempre.

La primera frase de la mujer ya me hizo soltar un suspiro cansado, siempre con lo mismo, en todas partes, los juegos por aquí, los juegos por allá... me sostuve en equilibrio sobre las patas traseras de la silla y clavé la mirada en el techo, perdiendo el interés en la conversación desde su primera frase. Pero bueno, ¿que podía esperar realmente? En el fondo había sabido desde el primer momento de que nos iba a hablar la tipa esta ya que últimamente parecía que en la mente de todo el mundo todo giraba en torno a los juegos, solo había que mirarla, estaba claro que vivía por y para. Posé mi mirada en Daenerys, la cual la observaba con total concentración, ennarqué ambas cejas, vaya par de locas...

Sus siguientes palabras fueron prácticamente un zumbido en mis oidos mientras seguía reflexionando en mi mundo. ¿Había hecho los deberes de matemáticas? Mierda, no, tendría que hacerlos nada más llegar a casa... en caso de que la videoconsola o el ordenador no me resultasen más atrayentes. ¿A quien quería engañar? Ya sabía como iba a acabar esto, me pegaría a la pantalla de alguna de las dos plataformas hasta las tantas de la madrugada y los haría a correr mañana en clase. No, espera, mañana no que hoy era sábado, bueno, aún tenía el domingo para hacerlos... pero no, tampoco los haría, en domingo nunca hacía nada, ni siquiera iba a entrenar, si hoy fuese domingo no estaría aquí por mucho que me hubiesen citado.

Volteé la cabeza con interés cuando al vi levantarse y saludar a un grupo de gente. Dos de esos chicos estaban en mi clase, así que también los saludé y me devolvieron el saludo. Noté sus miradas de interés, volví a bufar, el lunes me acribillarían a preguntas, menuda semanita me esperaba. Intenté volver a lo que estaba pensando antes pero la interrupción me había hecho perder el hilo de pensamientos, así que decidí volver a prestarle atención, a ver si ahora decía algo un poco más interesante. Si, vale, éramos los mejores por nuestras calificaciones, carácter y disciplina y... espera, rebobina, ¿había dicho disciplina? Volví a posar la silla en su totalidad en el suelo y la miré. - Esto... creo que te has equivocado entonces, a lo mejor querías ver a otro Caurd Strauford. - empecé a explicarme. - Cualquiera de mis entrenadores, profesores del instituto y hasta mis padres te dirán que... no soy nada disciplinado, si no todo lo contrario soy... soy... la encarnación del caos. - allí por donde pasaba arrasaba, en la academia de entrenamiento ya había adquirido la fama de incontrolable. Intentar hacerme seguir normas era como tratar de poner vallas al mar.

-Responderé a tus tres preguntas con una sola respuesta: no soy adivino, no sé quien va a ir a los juegos... ni siquiera sé si yo voy a ir. - si mi nombre salía en la urna, cosa que seguro que pasaría, iba a tener que ir por huevos, pero en principio no tenía pensado presentarme voluntario. Y luego, bueno, luego empezó a despotricar contra los distritos bajos. Que sí, que eran patéticos, que tenían pocos vencedores y que eran todos rebeldes, ya me sabía ese cuento de memoria. Pero hasta que no lo viese con mis propios ojos no me lo creería. Y lo peor de todo... ¡es que Dae le seguía la corriente! La miré incrédulo y negué con la cabeza, pasándome la mano por la cara. - Claro, el distrito dos es siempre el más preparado, por eso siempre gana. - ironicé. - El distirto uno tiene 13 ganadores, el distirto dos tiene 16 y el 4 tiene 14. - si mal no me fallaba la memoria. - en total los distritos profesionales han ganado un tercio de los juegos totales, es decir, 33 de 99... lo que significa que los dos tercios restantes fueron ganados por los distritos no profesioanles. - concluí, pues al final iba a resultar que no estaba tan mal en matemáticas. - no subestimes a los demás distritos Dae, no han ganado la mayor parte de los juegos por casualidad. - esa manía de sobreestimarse a uno mismo y subestimar a los demás era una maldita enfermedad superextendida por todo el distrito, y era una enfermedada mortal, habíamos perdido un montón de buenos tributos por ella.