No hay peor monstruo que tu mente {Caurd}

El viaje mas aburrido de la historia- me dije a mi misma, porque estaba prácticamente sola en el tren, mientras miraba por la ventana como llegaba al Distrito 2, un distrito muy aburrido para mi gusto, mucha piedra y destrucción, un distrito para gente ruda, yo no estoy entre esas personas, soy débil e inocente, para muchos, menos para mi, yo se que no soy como ellos piensan, no soy tan débil, pero no tan ruda como para tallar la piedra, como para utilizar un arma sin sentirme culpable de la persona o ser vivo al que acabo de matar, yo no soy del Distrito 2, aunque haya nacido allí, yo soy del Distrito 1, delicada.

Me bajo del tren y me pierdo entre las calles del Distrito 2. No se como llegar a ningún lado, sin duda, me pierdo en un vaso del plástico, tengo el sentido de la dirección en ninguna parte, porque no tengo. Llego a una tienda de armas, pero no se que hago ahí porque no creo que me dejen comprar un arma y tampoco la quiero, no se utilizarla, no la quiero utilizar y mucho menos hacer lo típico que hacen con esas cosas que odio, las detesto, solo llevan a la perdición y la destrucción.

Salgo de la tienda luego de ver unas pistolas y hacer como si estuviera interesada, porque me sabía muy mal entrar y salir sin hacerle la interesada, es descortés. Bajo las escaleras de la tienda prácticamente corriendo y eso hace que me tuerza un tobillo, hago una mueca, el dolor era horroroso, me había torcido el tobillo, no sería nada, pero mis rodillas si que tendrían problemas, porque luego de torcerme el tobillo caí al suelo y me quedé ahí, aguantando mi dolor. Me arrastré prácticamente hasta una esquina y me quedé allí con mi dolor.

Silbaba por la calle mientras caminaba con rápidos pasos, como siempre. Porque estaba lleno de energía de forma cosntante, era como si de pequeño me hubiese caido en un caldero de adrenalina. De hecho incluso cuando estaba agotado seguía sintiendo el impulso de hacer cosas, mis padres insistían en que tomase pastillas contra la hiperactividad, pero yo me negaba a tomarlas. Las drogas nunca eran buenas, hacían daño en la salud.

Pasé frente a una tienda de armas y al doblar una esquina vi a una chica tirada en el sueo, sujetándose el tobillo con una expresión de dolor en el rostro. Recorrí la distancia que nos separaba en dos zancadas y me puse en cuclillas para que nuestros rostros quedasen más o menos a la misma altura. - Oye, ¿te encuentras bien? - pregunté con evidente preocupación mientras la miraba de arriba abajo. Era una adolescente, probablemente tendría mi edad, puede que un año más o incluso un año menos, pero bueno, con las chicas nunca se sabía, como maduraban antes a partir de los trece o catorce años se hacía más difícil determinar su edad.

-¿Quieres que te ayude? Déjame ver. - ofrecí mientras examinaba lo que parecía ser la zona afectada con los ojos, pero sin tocar. No parecía ser nada, es decir, no veía inflamación en el tobillo, aunque claro, yo no era ningún médico ni muchísimo menos. No ostante debido a mi alocado comportamiento había tenido más de una lesión a lo largo de mi vida, con lo cual sabía un poco del tema.

No pasé mucho tiempo sentada en el suelo, al menos no mucho tiempo sola, un chico al que no conocía de nada se acercó a mi, pensaba que la gente del Distrito 2 era fría, pero a lo mejor eran cosas mías, a lo mejor mezclo el Distrito 1 con el Distrito 2 mas de lo que debería, para mi ambos distritos eran iguales, salvo que el Distrito 1 era para pijos y el Distrito 2 para duros, yo era de ambos, nacida en uno criada en otro por culpa de una madre despechaba que no soportaba ver una montaña porque le recordaba a su marido muerto por culpa de los rebeldes.

Miré al suelo evitando en todo momento el contacto con el chico -Estoy bien, tan solo me he doblado un tobillo bajando las escaleras, soy muy patosa- dije soltando una pequeña risa para no llorar, porque creo que doblarse un tobillo bajando las escaleras tranquilamente es de imbéciles, lo que yo soy si no, no estuviera aquí.

Quité la mano de mi tobillo para poder verlo yo, ni siquiera estaba inflamado, no me iba a morir, eso era lo que me importaba, no morirme, tan solo tengo catorce años y una vida viendo muertes por delante. Suspiré y miré al chico a los ojos por primera vez, aparté la vista rápidamente -No es nada, estoy bien, en un rato de me pasará, debería mirar por donde camino o al menos prestar atención para no hacer estas estupideces- sonrío aún mirando al tobillo y vuelvo a mirar al chico.

Reí suavemente ante su explicación del porqué de su dolor de tobillo. Me tapé la boca con una mano para disimularlo un poco porque no quería que pensase que me estaba riendo de ella y se ofendiese. Aunque en cierto modo era así porque la situación era graciosa. Es decir, se había torcido el tobillo al bajar por unas escaleras que debían de estar... giré mi cabeza a ambos lados y las únicas escalinatas que ví eran las de la tienda de armas, la miré con ambas cejas ennarcadas. - ¿Te gustan las armas? De todas formas hay que ser mayor de edad, y contar con un montón de permisos. - expliqué. Incluso aunque fuésemos el distrito favorito del Capitolio no nos dejaban ir por ahi armados de forma tan campante.

-Una buena opción es mirar al frente, o incluso al suelo. - le contesté con una sonrisa de oreja a oreja. Lo examiné con más atención cuando retiró la mano, efectivamente, no parecía tener nada. Pero había lesiones que no se apreciaban a simple vista. - Ya bueno, no es que no me fie de tu capacidad de regeneración natural o de tus habiliades médicas, pero creo que deberías ir a un hospital a que lo dijese alguien con un poco más de cualificación. Te llevaré. - y sin pedirle permiso pasé su brazo por encima de mis hombros, con el mío rodeé su cintura y la aupé. Yo era de los que preferían pedir perdón que permiso, si no que actuaban sin más. Pero bueno, es que si no me estaba quieto reventaba, y lo de pararme a refelxionar tampoco era lo mío.

Miré yo también hacia la tienda de armas, luego me quedé mirando las escaleras y volví a mirar al chico -No, no me gustan, soy tan despistada que entré ahí sin querer- me río y luego suelto un pequeño bufido, lamentándome yo misma de ser tan patosa, de no mirar por donde camino, porque nunca lo hago, voy por la vida sin atender a las cosas y un día me voy a pegar mas de un susto.

Me río levemente con lo que dice -Serían buenas opciones si las recordara- tenía buena memoria, pero solo para lo que yo quería, como recordar datos inútiles que no sirven para nada en la vida diaria. Como el nombre o al menos el distrito de todos los Vencedores de los Juegos ¿eso sirve de algo? no, no sirve para nada, solo para tener cosas en la mente que como dice mi madre "ocupan espacio"

Miro al chico cuando me lleva -¿Se puede... se puede saber que haces?- digo con un hilo de voz, casi en un murmuro y con la voz muy entrecortada y muy temblorosa. Parezco una cría de ocho años -Pue... puedo, puedo andar sola- digo mirándolo y luego bajo la vista al suelo y suspiro, estoy muy nerviosa y no se porqué. A lo mejor no ha sido tan buena idea venir al Distrito 2, mi madre ya me decía que no viniera y yo no le hice caso, no le suelo hacer caso, pero mi madre tiene un sexto sentida y cada vez que me dice que no vaya a un lado y voy me hago daño, debería plantearme hacerle mas caso.