A la salida [Daenerys]

Buf, el adiestramiento de hoy había sido agotador. Pero estaba dando sus frutos la verdad, ahora ya parecía tener una línea por la cual tirar en lugar de limitarme a dar tumbos por todo el gimnasio con las distintas armas. Todo aquello que tuviese filo se convertía en una extensión de mi cuerpo, espadas, cuchillos, etc… Bueno, aún no me había puesto en serio con las hachas, pero es que me parecían muy pesadas en comparación, además creía que no se consideraban parte del mismo grupo que las espadas o las dagas, tenían un manejo muy distinto.

Además del combate con esas armas también había entrenado velocidad y agilidad y por eso había sudado la gota gorda, como se suele decir. Así que antes de marcharme a casa sería mejor que me diese una ducha en los vestuarios ya que no quería ir apestando a sudor por la calle. Además, tenía unas manchas muy feas en el chándal, en la zona de los sobacos y un poco el pecho.

Salí del vestuario ya cambiado y aseado, con la mochila cargada al hombro y el pelo aún húmedo. Algunas gotas de agua caían de mi flequillo sobre mi pecho, pero no me importaba, hacía Sol y se me secaría por el camino. Tan embalado iba que casi tropiezo con una chica que salía del vestuario femenino al pasar por delante de su puerta. Doy un rápido salto hacia atrás para evitar la colisión y levanto ambas manos, en señal de disculpa. – Ups, lo siento, no estaba atento. – como casi siempre, la concentración no era una de mis habilidades precisamente. Era una de las consecuencias de mi hiperactividad, que me costaba concentrarme en cualquier cosa, por nimia que fuese, aunque tan solo fuera ver por donde caminaba.

Como cada día, Danny había pasado toda la jornada entrenando hasta que sus músculos protestaron por el esfuerzo. Sus brazos estaban fuertes debido a la rutina que ella misma se había impuesto de entrenar y entrenar hasta caer agotada, pero aún así sabía que no se encontraba aún del todo preparada como para decir que no practicaba más. No olvidaba como de diez flechas que había tirado, tres se habían quedado clavadas fuera de la diana, lo que en los Juegos podría suponerle la diferencia entre seguir viva o morir. Cuando la vida se ponía en juego de ese modo, como muchos del 2 hacían año tras año, un error podía condenarte, y Danny lo sabía. Había visto demasiados Juegos del Hambre como para no ser consciente de la magnitud de lo que se le estaba viniendo encima. Porque sí, sabía que seguramente este año tendría que ir a la arena, por el simple detalle de que se había presentado a las pruebas y las había superado; y normalmente eran los chicos que conseguían el rango de profesional los que se presentaban voluntarios. Danny sabía que, en la próxima cosecha, todos iban a tener puesto un ojo en ella, esperando que, si no era elegida, se presentara voluntaria para acudir a los Juegos. Y esa certeza era la que la impulsaba a seguir entrenando, apurando los últimos meses antes de que la llevaran al Capitolio.

No cesó de practicar hasta que uno de los entrenadores le arrebató literalmente el arco de las manos. La chica lo obsequió con una mirada dura, pero el hombre no se arrendó en lo más mínimo.
-Entiendo que quieras practicar, pero también tienes que descansar, o acabarás haciéndote daño. Y tú no quieres ir a la arena con una lesión, ¿verdad?
No, obviamente que Danny no quería tener que pasar por eso. Si ella habría de ser tributo, sería la mejor y más cualificada, no pensaba ir en calidad de una tributo mediocre, que se quejara de dolor al tomar un arma.
"Pero no eres mediocre, lo mires por donde lo mires" se dijo, mientras se encaminaba al vestuario "Eres de las mejores chicas que hay en el Distrito 2; serás una rival a tener en cuenta.

Ese pensamiento la hizo sonreír mientras que se cambiaba el uniforme de entrenamiento por algunas ropas más cómodas (y limpias) para volver a casa. Salía del vestuario, cuando un chico casi chocó contra ella. El enano, o al menos eso le pareció a Danny por su tamaño, no tardó en disculparse. Alzó levemente una ceja, mientras lo examinaba de arriba a abajo, le daba la sensación de que aquel chico no podía parar quieto ni dos segundos, como si se hubiera inyectado energía en vena o similar.
-¿Nunca eres capaz de quedarte quieto?-preguntó con cierta curiosidad. Lo había visto en ocasiones por el centro de entrenamiento, y lo cierto era que ese chico parecía un manojo de nervios.

Me encogí de hombros y sonreí ante su pregunta, divertido. - El médico dice que soy hiperactivo. - ella no parecía enfadada, lo cual suponía un alivio, había gente muy borde por el mundo capaz de cabrearse por tonterías como esta. Era algo que se daba especialmente entre la franja de edad de los quince a los veinte años, etapa de "soy todo un profesional, tu nuevo dios, inclínate ante mi o sufrirás mi profesional ira". ¡Bah! Chulos ,creidos y prepotentes, pero... ¿cuanto llevaban esos profesionales sin ganar unos juegos? Sin contar con el año pasado, claro estaba. Aunque una cosa era cierta, éramos el distrito con más ganadores de todos.

-Por cierto, soy Caurd Strauford. - me presenté mientras le tendía la mano a modo de saludo con una sonrisa de oreja a oreja. Siempre me gustaba conocer gente nueva aunque fuese en tonterías como esta. - ¿Tú tambien sales del entrenamiento verdad? - la examiné de arriba abajo, parecía casi mayor de edad, seguramente tendría dieciseis, diecisiete o puede que incluso dieciocho años, era bastante probable que fuese ya una profesional. Tan solo esperaba que no fuese de esas hiperengreídas que se creían las reinas del mundo mundial solo por tener cierta habilidad al combatir. Yo tambien era un profesional y no hacía bandera de ello. Es más, yo era el profesional más joven que había actualmente, seguramente la mayoría de profesionales a mi edad la única espada que podían sujetar con firmeza era la que tenían entre las piernas. Bueno... eso es solo aplicable a los hombres.

Danny contuvo una risita al escuchar que el chico padecía híperactividad. Bueno, eso explicaba muchas cosas, como el hecho de que parecía incapaz de permanecer quieto más de dos segundos, como si le quemara el suelo que pisaba. ¿Le ayudaría en vistas a los Juegos? Seguro que si se ponía a correr, era capaz de cruzar toda la arena, pero Danny tampoco creía que fuera a serle todo tan fácil. Si no paraba quieto, ¿soportaría la espera de un minuto hasta que las minas que mantenían a los tributos en sus placas de lanzamiento se desactivaran y pudieran correr hacia los suministros? Danny no había olvidado unos Juegos en los que una de las chicas perdió la cabeza y se abalanzó contra la Cornucopia, volando literalmente por los aires. Bueno, teniendo en cuenta el aspecto de aquel niño, dudó sobre si iría a los Juegos, más que nada porque era habitual que en el Distrito 2 los chicos de mayor edad se presentaran voluntarios, como si fuera una especie de acuerdo pactado.

El niño se presentó como Caurd. Si hacía memoria, Danny podía recordar como alguna que otra vez los entrenadores gritaban dicho nombre con un tono exasperado, como si no pudieran controlar a aquel crío. Trató de imaginarse como mentora de él, y la situación le pareció tan complicada de mantener bajo control que desechó la idea casi de inmediato. Ella no tenía paciencia para tratar con los niños tan inquietos, seguramente acabaría tirándole algo a la cabeza.
-Yo soy Daenerys Stormborn-respondió, aunque dudaba sobre si ya la conocería. No era de extrañar que los que entrenaban se conociéramos entre ellos, aunque solo fuera por los gritos de los preparadores, los cuales en muchas ocasiones les chillaban hasta que les dolían los oídos.

Su siguiente pregunta la hizo soltar una risita, que se apresuró a disimular convirtiéndola en un golpe de tos. Si se había topado con una chica que sale de los vestuarios del centro de entrenamiento, con una bolsa al hombro y aspecto de encontrarse agotada, ¿qué habría estado haciendo?
-Acabo de terminar mis ejercicios hace nada-repuso, encogiéndose de hombros-Desde que pasé las pruebas me tienen en el punto de mira, creo que confían en que, si no salgo elegida para estos Juegos, me presentaré voluntaria.

Pude notar que se estaba conteniendo la risa, ¿porque? ¿porque todo el mundo insistía en permanecer tan serio bajo cualquier circunstancia? Ese comportamiento volvía el mundo gris y aburrido, pero por lo que solía ver a la gente le gustaba tirar hacia la uniformidad, y a ese comportamiento que consideraban "maduro". Pues yo no veía las cosas del mismo modo. A mi me gustaba expresarme y no contener la energía que había dentro de mí, me gustaba ser positivo e intentar irradiar esa actitud a todo lo que me rodeaba, me gustaba hacer cosas y sí, comportarme de forma infantil. ¿Y porque no? Ser un aburrido no te hacía mejor persona, ni muchísimo menos.

-¡Encantado Daenerys! - respondí con entusiasmo, ilumando la estancia con esa sonrisa permanente mía. - Mola tu apellido, es... poderoso. - era difícil de explicar pero parecía sacado de un libro de fantasía épica. "Nacida de la tormenta", era casi el nombre de la hija de algún dios de la antigüedad. O al menos sonaba como tal.

-Ya, sé como va eso. En mi caso es peor porque soy el profesional más joven, así que soy algo así como una curiosidad. - contesté frunciendo los labios. ¿Habría habido otros profesionales de mi edad o más jóvenes en juegos anteriores? No lo sabía, la historia me aburría así que no dominaba bien el tema. Mientras hablaba mi naturaleza inquieta empezó a provocar que inconscientemente comenzase a moverme hacia la salida. No, no podía parar quieto dos segundos, era algo que me superaba. Inlcuso cuando estaba hablando con alguien necesitaba, como mínimo, caminar. Y ya que los dos habíamos acabado allí dentro por hoy imaginaba que a ella no le molestaría que hablásemos por el camino a casa.

-Yo... no sé que voy a hacer. ¿Sabes una cosa? No creo que ni haga falta que me presente voluntario. - comencé a explicar frunciendo el ceño. - Siendo como soy una curiosidad no creo que dejen pasar la oportunidad y esperar a que crezca para entrar. - siempre que había alguien que destacaba por algo ese alguien probablemente acabase en los juegos, realmente yo pensaba que las urnas no eran tan aleatorias como nos querían hacer creer, ni los nombres entraban las veces que ellos decían.

Danny alzó una ceja, sorprendida por la reacción del chico a su nombre. No le parecía tener un nombre tan "memorable" como para obtener esa reacción. No iba a negar que a veces le parecía tener un apellido un tanto "extravagante" pero jamás se había topado con alguien que le contestara de ese modo. Estaba claro que seguro que esa reacción se debía a ese "problema" que el niño decía tener; que era incapaz de estarse quieto. Suerte que Danny era algo paciente, pues de tener menos paciencia, ya habría acabado estampándolo contra la pared como si fuera un mosquito especialmente gordo que se hubiera puesto a revolotear a su alrededor.
-Es la primera vez que me dicen eso sobre mi apellido-repuso, sonando levemente sorprendida-Aunque supongo que siendo hija de un ex-alto mando de los Agentes de la Paz no podía esperar menos. Seguro que a mi padre le haría gracia escuchar eso.

Lo que Danny no esperaba fue el hecho de que aquel niño intranquilo fuera el niño que se decía por todo el Distrito que había logrado ser profesional. Lo cierto es que Danny, como la que más, se había sentido curiosa al respecto, pero después de vivir en propia piel lo que era el ser convertida en el centro de atención por el simple hecho de haber pasado unas pruebas, dejó su curiosidad de lado. No quería ser una de esas que perseguían a los que conseguían pasar las pruebas, como ella misma estaba sufriendo en propia piel. Odiaba haberse visto de ser una chica promedio a una "celebridad" por el simple hecho de haber alcanzado la categoría.

-Visto así-murmuró, cuando escuchó lo que el niño opinaba sobre la próxima cosecha. Si Danny seguía siendo la única profesional femenina del Distrito 2, no sería muy descabellado que trataran de elegirla a ella; a fin de cuentas la estaban entrenando con más tesón que nunca-De todos modos mi madre me ha hecho firmar para pedir todas las teselas posibles, de modo que mi nombre entre más veces en el sorteo. Creo que está decidida a verme este año en la arena.

A, los padres. Siempre tan orgullosos de su apellido, de su familia y, en caso de que fuesen muy tradicionales con respecto a los juegos, orgullosos del honor familiar, especialmente si alguno había ganado los juegos. En ese aspecto contaba con un respiro, a mis padres les daba un poco igual eso. Es decir, toda mi familia, yo mismo incluido, estábamos a favor del Capitolio, veíamos los juegos como un sacrificio necesario para mantener la paz. Realmente ni a mi ni a mis hermanos nos haría especial gracia acabar en un combate a muerte con otros veintitres adolescentes, pero lo aceptaríamos si se daba el caso, la ley era la ley.

-A mi no me hacen firmar muchas teselas, tengo un par. - me encogí de hombros. Como había recalcado antes, a mis padres ese asunto les daba igual, respetarían nuestra decisión si decidíamos ir a los juegos y nos prestarían todo el apollo posible, (aunque creía que mi madre se llevaría un disgusto). Y bueno, esas teselas más que nada las había firmado para aparentar que tengo un mínimo de interés por el asunto, que había muchas personas que tenían la lengua muy floja a la hora de acusar de anticapitoliano a otras personas. Lo cual era absurdo, yo estaba a favor del Capitolio, pero no me hacía gracia la idea de ir a los juegos, ¿tan difícil de entender era?

Entonces miré la hora en mi reloj de muñeca, vaya, se me estaba haciendo tarde. La verdad es que me había tomado mi tiempo en los entrenamientos y tal. Sonreí y mientras me alejaba corriendo me despedí con la mano. - ¡Me tengo que ir, hasta otra! - estaba seguro de que nos volveríamos a ver.

off: cerramos :3