I Can Fix It {Reservado para Daenerys}

Aquella tarde, como era habitual todos los viernes, el entrenamiento de los posibles tributos del 2 terminó antes de lo normal, como una especie de regalo para los chicos que se preparaban para la arena. A Danny no le hacía especial ilusión dicho "regalo" más que nada porque sentía que el tiempo se le agotaba. Los Juegos estaban cerca, cada vez más, y a ella la estaban sometiendo a un entrenamiento cada vez más duro y riguroso, preparándola para los mismos. No era oficial, pero sí muy seguro: Danny iba a ser la próxima tributo del Distrito 2, y como tal debía estar preparada.
Pero a pesar de que no tenía ganas de dejar de entrenar, aquel día Danny debía salir del Centro de Entrenamiento, quisiera o no; puesto que le habían encargado un pequeño recado: ir al Distrito 3 a que le repararan un ordenador de su padre; un aparato pequeñito, que cabía en su palma de la mano, pero que al parecer nadie en el 2 podía reparar. Obviamente, en el 3 las cosas serían diferentes; puesto que sus habitantes se dedicaban a la tecnología.

No tenía muchas ganas de ir al 3, pero a Danny no le quedaba otra opción, ya que le habían encargado ese cometido. De modo que hizo de tripas corazón y tomó el tren que la condujera al distrito deseado, sin muchas ganas de hacer ese viaje. Debería estar entrenando, disparando flechas o lanzando cuchillos, no perdiendo el tiempo en el tren. ¿No sería más simple enviar el ordenador por correo o algo y que lo arreglaran allí, en lugar de tener que ir ella? Exasperada, contempló el paisaje hasta que el ferrocarril llegó a la estación deseada, donde bajó del mismo, siguiendo las indicaciones que su progenitor le había dado para encontrar el lugar.

Danny llegó finalmente a una zona donde parecía haber un grupo variopinto de personas en torno a un puesto donde se encontraba una chica de su misma edad, aparentemente. Aunque no había sido la primera en llegar, no tardó en colocarse al principio de la fila, abriéndose paso a codazos sin el más mínimo remordimiento.
-Quiero que arregles este ordenador-Danny sacó el aparato y se lo enseñó a la chica-Es de mi padre, y al parecer ha decidido que no quiere seguir funcionando.

No había terminado de pasarle el ordenador a la chica, cuando uno de los congregados llamó a Danny una palabra que a ésta no le hizo la menor gracia. Furiosa, frunció el ceño, mientras que se volvía con aquel tipo que la había insultado. ¡Ella era toda una profesional, y si hacía falta, podía reventarle la nariz de un puñetazo, como la habían enseñado en sus entrenamientos! Puede que no estuviera aún en los Juegos, pero las lecciones que le habían inculcado habían arraigado en ella; tenía el espíritu competitivo -y altanero- del 2, y no iba a permitir que la insultaran de ese modo.
-La próxima vez que se te ocurra llamarte así te reviento los dientes-amenazó, alzando el puño, más que dispuesta a cumplir sus palabras, pero no llegó a pegarle; pues en ese momento, la chica que atendía a todos los presentes se hizo de notar con un silbido.

La chica, acto seguido, contó un chiste, que la hizo fruncir levemente el ceño. ¿Pasaba sus horas muertas dedicándose a buscar chistes o algo similar? Danny no conocía el tiempo libre; todas sus horas pasaban entre entrenamientos y preparaciones para los Juegos, nada más. Suponía que, cuando ganara, podría disfrutar de todo el tiempo que antes se le había negado, pero de momento no era más que una "competidora de élite" preparándose para la próxima competición. El disfrute quedaba entonces, en un segundo plano.

Aquella chica, una vez que Danny la acompañó, le ofreció tomar algo mientras desempeñaba su labor, pero Danny tenía bien aprendido lo que debía contestar.
-Soy del Distrito 2-repuso, como respuesta a sus palabras sobre si era de otro distrito-Y no quiero comer nada, sigo una dieta estricta-añadió. Y era cierto, puesto que Danny solo podía comer lo que entraba en una dieta que sus entrenadores habían preparado para ella, una dieta bastante insulsa, pero que le convenía para fortalecerse y prepararse para la arena.
Observó con curiosidad como la chica manipulaba el aparato. Al parecer los ciudadanos del 3 se preparaban bien para su trabajo futuro, algo que no se aplicaba a los del 2; Danny no sabía casi nada sobre minería preciosa, estaba segura de que no sería capaz ni de pasar un día en las canteras sin hacerse daño. Ella solo entendía de tiro con arco, tácticas de supervivencia y técnicas de combate.
Tomó las gafas que le indicaba y observó lo que ella le señalaba, aunque sin entender lo que veía. ¿Cómo iba a saber de esos temas una chica que solo se dedica a entrenar para los Juegos?

Los dedos de Danny se enredaron de modo ausente en la trenza que recogía su cabello, mientras que seguía observando con cierta curiosidad como aquella chica arreglaba el ordenador. Le resultaba demasiado enrevesada la capacidad que parecía tener para conocer los lugares en los que iba cada chip, cada cable, cada conexión. En comparación, Danny era tan torpe como un niño pequeño tratando de levantar un espadón, lo cual la dejaba algo descolocada y la enfrentaba, aunque solo fuera un poco, al contraste entre los distritos. A nadie se le pasaría por la cabeza en el 2 enseñar a los niños a trabajar en las canteras, lo consideraría una pérdida de tiempo. En su lugar, los enviaban a las academias de entrenamiento, llegando incluso en algunos casos a sacarlos del colegio para que se dedicaran con más tesón a la preparación física. Eso solo eran casos puntuales; sólo se le ofrecía la opción de dedicarse única y exclusivamente a los entrenamientos a los chicos más prometedores; aquellos que luego acababan siendo profesionales. Danny había sido una de esas chicas que a los 14 años dejó los estudios para entrenar más horas, y eso, en cierto modo, le había pasado factura. Era lista, cierto, pero por ejemplo, no tenía buena maña con los números, y tampoco estaba muy puesta en la historia de Panem. Todos sus conocimientos estaban enfocados a los Juegos.

Lo que la pilló algo desprevenida fue que aquella chica supiera su nombre. ¿Cómo era posible que alguien de un distrito no profesional lo supiera? Danny era consciente de que en el 2 se había hablado mucho de ella, y seguramente, entre tantas idas y venidas de los chicos que se entrenaban entre los distritos profesionales, los rumores sobre ella se habrían expandido a los mismos. Pero el Distrito 3 no era un distrito profesional, lo cual la dejaba algo descolocada. ¿Acaso en los distritos no profesionales se hablaba también de lo que conseguían los chicos de los distritos vecinos? Teniendo en cuenta la cercanía del 2 y el 3, era lógico que los comentarios hubieran llegado a este último.
-Sí, yo soy Daenerys y sí, soy la única chica que ha superado las pruebas para profesional-no quiso mencionarle a Caurd por el simple hecho de que dudaba que a él le gustase que se le mencionase en ese sentido. Cuando habló con él en el centro de entrenamiento del 2, el chico parecía disgustado por ser una "cosa excepcional". Mejor que fuera él, si es que coincidía con esta chica del 3, quien se lo dijera, no ella.

La chica del 3 comenzó a hablar sobre sus pruebas, sus tácticas y cómo le había ido. Danny no tardó en poner atención a dichas palabras, pues su entrenador le había aconsejado ir reuniendo información sobre los demás posibles tributos, y esa chica bien podría ir a los próximos Juegos. Cuando supo que era nivel intermedio, dejó de estar tan atenta; las instrucciones recibidas en ese sentido eran muy claras: nada de aliarse con alguien que tuviera menos de nivel Cualificado. Se lo habían repetido hasta la saciedad, día tras día, cuando llegaba a sus entrenamientos, y cuando se iba de los mismos.
-En mi distrito nos enseñan a controlar los nervios a la hora de luchar-repuso con tono neutro, sin faltar a la verdad. Era muy habitual que los nervios jugaran malas pasadas, por eso muchas veces sometían a los chicos a "exámenes" con el simple objetivo de habituarlos a los nervios. A Danny le había servido bastante a la hora de hacer su prueba-Y es cierto que nos entrenan en un amplio abanico de armas, pero nos dan la opción de especializarnos.
No quiso mencionar el tema de que el novio de su interlocutora falleció en los Juegos. La educación recibida la hacía ver una muerte en los mismos como algo honorable, y dudaba mucho que dicho pensamiento fuera común en la gente del 3.

De buenas a primeras, la invitó a entrenar con ella. Danny alzó levemente las cejas, un tanto desorientada nuevamente. No era normal que la gente del 3 entrenara, eso sólo era propio de los distritos 1, 2 y 4. Además, aquella oferta... Danny se veía obligada a ceñirse a un horario rígido de entrenamientos, los cuales se intercalaban con periodos de descanso. Entrenaba doce horas al día, disponiendo del resto para recuperarse de las sesiones. Y tampoco la dejaban salirse de los ejercicios señalados, por temor a que se lesionara. Pero por otro lado, perder 25 minutos esperando a que el ordenador se reparara...
-Podría tirar unas cuantas flechas-dijo con un tono carente de expresión-Al menos no perderé el tiempo mientras espero a que le añadan la pieza.

Danny seguía observando el conjunto de chips y cables que conformaban ese ordenador. Si supiera un poco de ese tema podría intentar trasladarlo a sus entrenamientos, pero ya era tarde para aprender tales cosas, teniendo en cuenta que su tiempo se estaba prácticamente acabando. No podía aprender en meses lo que se aprendía en años, y más teniendo en cuenta que ella no entendía nada de electrónica. Quizás debiera hablar con los entrenadores del Distrito 2 para comentarles esa idea, y que al menos comenzaran a añadir a los ejercicios de siempre, algo relacionado con las diferentes industrias, para estar más preparados. Aunque dudaba mucho que lo aceptaran, más que nada porque el 2 siempre se sentía orgulloso de su tradición a la hora de entrenar, y no la iban a cambiar porque una chica de 17 años pensara que era más útil.

Lo que la sorprendió, y para mal, fue el comentario de las lanzas. ¿Habían robado material de entrenamiento del 2? Danny frunció levemente el ceño, daría parte en la academia cuando volviera; no diría nombres, pero sí que en el 3 tenían armas que les pertenecían. Esas lanzas eran suyas, y no quería que nadie de otro distrito las usara; los profesionales eran ellos, y en ese sentido estaba bien aleccionada: no quería más profesionales en la arena. Se bastaba con serlo ella.
-Pienso ganar-repuso-Me han preparado para la victoria; además no podría estar en mejor momento. Este va a ser mi año para ir a la arena.

Observó con suspicacia como la chica contestaba a una llamada, diciendo algo que Danny no entendió del todo. Alzó levemente las cejas cuando acabó de hablar, como esperando una respuesta.
-¿Entonces?-inquirió.

Un gruñido quedo se escapó de la garganta de Danny, mientras que esta miraba de muy malas maneras a la chica. Había venido viviendo siempre en un ambiente donde se le había ido inculcando la idea de que ella iría a los Juegos no a participar, sino a ganar, una idea que si se pensaba bien, se le daba a todo habitante del 2 desde que empezaba a entrenar. Cuando no eran más que niños, comenzaban a ser aleccionados en el pensamiento de guerreros que luego siempre mostraban en la arena, de tal modo que al llegar a la edad de empezar a presentarse a las pruebas para ser profesionales, los chicos estaban mentalizados de que podían conseguir la victoria.
Pero no solo se servían de palabras en el 2, y Danny lo sabía muy bien. Los sometían a pruebas donde se jugaban algo, como el ser castigados si fallaban, de tal modo que se acostumbraran a soportar la presión y los nervios. ¿Y ahora una chica del 3 le decía que bajara su confianza? Confiaba en sí misma porque sabía que había trabajado duro, y se merecería la victoria, no como esos tributos de los distritos pobres que ni sabían sujetar un arma.
-No hables sin conocimiento de causa-respondió con tono duro, mientras se cruzaba de brazos. Ninguna chica de otro distrito le iba a dar órdenes a ella.

Un extraño entró en escena, cambiando unas palabras con aquella chica. Danny vio como al parecer el ordenador ya estaba reparado, de modo que de forma automática, sacó del bolsillo de su cazadora un pequeño monedero, del cual extrajo el dinero exacto que habría costado aquel arreglo, para acto seguido tomar el ordenador en brazos.
-Gracias por sus servicios-dijo en un tono distante, propio de quienes dan las gracias por mera formalidad. Dicho esto, giró sobre sus talones y salió con paso firme; de vuelta a la estación, y a su distrito. Si llegaba con tiempo seguramente podría hacer algunos ejercicios antes de cenar.