Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
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Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
Ese niño llevaba conmigo cuatro años, incluso antes de que fuese tan conocido y famoso por todos los distritos altos por mis canciones y mis grandes fiestas. Ese niño siempre había sido mi salida de escape cada dos fin de semanas o algunas veces cuando había tenido que cuidar de él cuando era un enano, siendo mi compañero de videojuegos y de secretos, así también como el que me aprobaba las canciones o me las denegada cuando aun eran maquetas. Ese niño ahora era todo un adolescente, pero eso ya lo sabía yo al estar siempre en contacto con el y siempre viéndole... pero cada vez iba creciendo más y cada vez se parecía más a Taylor. Dios sabía cuando echaba de menos a mi pequeño hermano Taylor, quien se dio en mi nombre en los Juegos cuando tenía la misma edad que Caurd al yo estar enfermo de los pulmones y no poder acudir. Dios sabe como me desagradan los Juegos. Dios sabe... todo lo que lloro su ausencia.
Me dispuse a tocar la puerta de aquella casa donde vivía el chico, bien decorada al ser del distrito dos, aquel distrito tan fiel al Capitolio. Al tocar la puerta dos veces y con estilo (mi manera extraña era tocar bien la puerta), como siempre, me abrió uno de los Gemelos de los Strauford: Angelo. No se diferenciaban mucho, pero si te fijabas si que se podían fijar. Esos niños también crecieron conmigo, siendo a los gemelos que siempre tiraba a la piscina o tomaba mientras hablaba con el mayor de los Strauford.
El niño se tiró a mi a abrazarme, teniendo mi misma altura o un poco más que yo. Le abracé con una amplia sonrisa, quitándome mis cascos negros de mis orejas, mientras podía con el en mis brazos.
- ¡Hola, pequeño! -Grité con alegría, entrando a su casa como podía al tenerlo enganchado como un koala en mi pecho. Después vino Michael, el que gritó mi nombre y alertó a todos los Strauford de mi llegado, lo cual me hizo despegarme al muchacho de mi y saludar a los cabeza de familia, tan altos y graciosos con mi altura como siempre.- Bueno, vengo a cuidar de los enanos. -Sonreí de lado al notar como el padre de los niños me tocaba la cabeza y me insinuaba que era un enano, como siempre.- Lo siento por llegar algo tarde, es que el tren se atrasó y tuve que pararme a que me echasen unas fotos. -Sonreí, mientras le daba la mano a lospadres y dos besos a la madre. Al llegar frente a Craud, ya que estaba a nuestro lado, lo único que hice fue rodearlo con mi brazo sus hombros y, de golpe, bajarle y restregarle mis nudillos de manera débil por su cabellera.- ¡Hola, enano! ¡Ya no me molestas llamándome por la noche, piltrafilla! ¿Ya no me quieres o qué?
Esa familia era como mi segunda familia era como mi segundo hogar donde me gustaría quedarme por siempre y con los que contaba siempre, pues me conocían desde hacía mucho debido a que mi "madrastra" era de este distrito. Con sinceridad, el distrito tres era el que más me gustaba... pero el dos y el uno eran mi hogar y no podía decir nada de mis hogares y mis lugares a donde regresar.
Me dispuse a tocar la puerta de aquella casa donde vivía el chico, bien decorada al ser del distrito dos, aquel distrito tan fiel al Capitolio. Al tocar la puerta dos veces y con estilo (mi manera extraña era tocar bien la puerta), como siempre, me abrió uno de los Gemelos de los Strauford: Angelo. No se diferenciaban mucho, pero si te fijabas si que se podían fijar. Esos niños también crecieron conmigo, siendo a los gemelos que siempre tiraba a la piscina o tomaba mientras hablaba con el mayor de los Strauford.
El niño se tiró a mi a abrazarme, teniendo mi misma altura o un poco más que yo. Le abracé con una amplia sonrisa, quitándome mis cascos negros de mis orejas, mientras podía con el en mis brazos.
- ¡Hola, pequeño! -Grité con alegría, entrando a su casa como podía al tenerlo enganchado como un koala en mi pecho. Después vino Michael, el que gritó mi nombre y alertó a todos los Strauford de mi llegado, lo cual me hizo despegarme al muchacho de mi y saludar a los cabeza de familia, tan altos y graciosos con mi altura como siempre.- Bueno, vengo a cuidar de los enanos. -Sonreí de lado al notar como el padre de los niños me tocaba la cabeza y me insinuaba que era un enano, como siempre.- Lo siento por llegar algo tarde, es que el tren se atrasó y tuve que pararme a que me echasen unas fotos. -Sonreí, mientras le daba la mano a lospadres y dos besos a la madre. Al llegar frente a Craud, ya que estaba a nuestro lado, lo único que hice fue rodearlo con mi brazo sus hombros y, de golpe, bajarle y restregarle mis nudillos de manera débil por su cabellera.- ¡Hola, enano! ¡Ya no me molestas llamándome por la noche, piltrafilla! ¿Ya no me quieres o qué?
Esa familia era como mi segunda familia era como mi segundo hogar donde me gustaría quedarme por siempre y con los que contaba siempre, pues me conocían desde hacía mucho debido a que mi "madrastra" era de este distrito. Con sinceridad, el distrito tres era el que más me gustaba... pero el dos y el uno eran mi hogar y no podía decir nada de mis hogares y mis lugares a donde regresar.
Sonny J. Moore- Distrito 01
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Re: Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
El timbre de la puerta sonó, pero yo no le presté atención, seguí en mi habitación hojeando la revista que había cosneguido hace poco. Era la primera revista caliente que conseguía y tenía pensado sacarle partido, aunque no ahora, con todo el mundo despierto y la casa llena de gente. No obstante pronto la dejé de lado, en cuanto oí la voz que provenía del piso de abajo. ¡Era Sonny! La dejé tirada en la cama y salí como una bala de la habitación, bajando las escaleras deslizándome sentado por el posamanos.
-Au, ai, ya sabes lo mucho que te odio. - le dije en plan guasa mientras me soltaba de su presa y me frotaba la parte afectada de mi cabeza. Entonces miré a mis padres, los cuales declararon que se iban ya, le dieron instrucciones sobre la cena y blablabla. Realmente éramos lo bastante mayores para cuidarnos solos, de hecho la última vez nos habían dejado solos pero... bueno, cuando vovlieron la casa no estaba exactamente igual de ordenada que cuando se habían ido. Lo peor había sido la cocina, así fue como descubrimos que ninguno de los tres tenía un don para ser cocinero en el futuro.
Nos despedimos de ellos y entonces me giré hacia Sonny. - Tengo un juego nuevo para la memestation, ven. - una partida a la consola era siempre una forma de iniciar la tarde con él, luego acabaríamos haciendo cualquier otra cosa, pero eso no nos lo quitaba nadie. Aún no había terminado la frase y ya estaba subiendo las escaleras de dos en dos con los gemelos pisándome los talones.
Entramos en la habitación y yo, olvidándome completamente de la revista empecé a conectar la máquina, cuando empecé a escuchar risitas por parte de mis hermanos pequeños. Me giré y pronto me puse colorado, Angelo tenía la revista en la mano y ambos se estaban riendo. - Eso explica porque se escuchaban ligeros temblores en la cama de Caurd anoche...- dijo Michael. Yo les arrebaté la revista de un tirón y contesté. - No me digas, ¿y tú porque tardas dos horas en ducharte, que es lo que te lleva tanto tiempo "limpiar"? - contesté con una sonrisa pícara, ahora era él el que se había puesto rojo y Angelo tambien, puesto que se había dado por aludido tambien.
-Au, ai, ya sabes lo mucho que te odio. - le dije en plan guasa mientras me soltaba de su presa y me frotaba la parte afectada de mi cabeza. Entonces miré a mis padres, los cuales declararon que se iban ya, le dieron instrucciones sobre la cena y blablabla. Realmente éramos lo bastante mayores para cuidarnos solos, de hecho la última vez nos habían dejado solos pero... bueno, cuando vovlieron la casa no estaba exactamente igual de ordenada que cuando se habían ido. Lo peor había sido la cocina, así fue como descubrimos que ninguno de los tres tenía un don para ser cocinero en el futuro.
Nos despedimos de ellos y entonces me giré hacia Sonny. - Tengo un juego nuevo para la memestation, ven. - una partida a la consola era siempre una forma de iniciar la tarde con él, luego acabaríamos haciendo cualquier otra cosa, pero eso no nos lo quitaba nadie. Aún no había terminado la frase y ya estaba subiendo las escaleras de dos en dos con los gemelos pisándome los talones.
Entramos en la habitación y yo, olvidándome completamente de la revista empecé a conectar la máquina, cuando empecé a escuchar risitas por parte de mis hermanos pequeños. Me giré y pronto me puse colorado, Angelo tenía la revista en la mano y ambos se estaban riendo. - Eso explica porque se escuchaban ligeros temblores en la cama de Caurd anoche...- dijo Michael. Yo les arrebaté la revista de un tirón y contesté. - No me digas, ¿y tú porque tardas dos horas en ducharte, que es lo que te lleva tanto tiempo "limpiar"? - contesté con una sonrisa pícara, ahora era él el que se había puesto rojo y Angelo tambien, puesto que se había dado por aludido tambien.
Caurd X. Strauford- Tributo
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Re: Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
Esa casa ya me la conocía de sobra, pues estar cuatro años yendo y viniendo de mi distrito a este gran hogar donde residían los cabezas de familia y los tres Strauford, quienes cuidaba los fin de semana que podía, pues algunas veces estaba tan ocupado que no podía ni salir de mi estudio o solo los dedicaba a dormir. Esta vez los Strauford me tocaron de vacaciones y de descanso, pues los anteriores meses había estado tan ajetreado que ni dormía y solo me alimentaba a base de retbull.. hasta que llegué a mi distrito, acabando mi gira por todo Panem, patrocinado por una empresa famosa del Capitolio que me había dejado ir como artista principal y acompañado de dos DJ's más, también conocidos en el Capitolio. Amigos, fiestas... pero se echaba de menos esta vida "cotidiana".
Mientras agarraba a los gemelos al estar peléandose conmigo como siempre, atendía las explicaciones de la buena mujer Strauford, quien me quería como otro hijo o como un sobrino, comentándomelo en una ocasión. Yo era como el protector de Caurd, pues siempre era el primero en ayudarle si le pasaba algo, en ayudar a su familia, en hablar con quien tuviese que hablar para problemas del niño... cosas así que necesitaba este y que no podía hacerlo nadie más que yo, lo cual me hacía sentirme como una hermano para el. Los gemelos no eran ni la mitad que Caurd representaba para mi, pues el había sido una de mis razones de vivir cuando quería cortarme las venas cuando ya llevaba dos años sin Taylor -justamente de este distrito-.
- Ok, ok, muy bien. Tranquilos, les prepararé los Spagguettis con tomate y carne como le gustan a los gemelos y Caurd y yo ya veremos lo que comemos. Supongo que le debo un McDonald, así que nos pillarémos una hamburguesa, ya que los gemelos están a dieta y no pueden.-Sonreí ampliamente, dándole dos besos a la mujer y un estrechón de manos al padre.- Si les pasa algo, llamadme.
- Lo mismo digo. -Dijo la madre en un tono chistoso, porque sabía que no pasaría nada.
No tardé en cerrar la puerta y, con las mismas, mientras rodeaba con mi brazo los hombros del pequeño Caurd, subía las escaleras mientras escuchaba que tenía un nuevo videojuego para la nueva consola que hace un tiempo le regalé por su anterior cumpleaños, siendo una de las primera sacadas en el Capitolio. Yo le sonreí y, caminando al lado del chico, mirando tanto a los gemelos que iban por delante y el chico, le contesté mientras le pellizcaba en el culo con mi otra mano libre a Angelo por ir delante.
- ¿Ah, sí? ¿Qué juego te has pillado? Me lo podáis decir a mi y te lo podía haber pillado, tonto. -Le dije, dándole un flojo pescozón mientras terminábamos de subir las escaleras y los gemelos ya abrían la puerta del cuarto. Yo me eché a correr hacía la habitación porque sabía que este me pegaría un pescozón, aunque no lo hizo.- Bueno, bueno, cual es el..
Justamente cuando miré su cuarto bien ordenador, como siempre, con el cual le había visto crecer desde los diez años, los gemelos empezaron a meter el dedo en la yaga por una revista porno que el chico contenía. No me contuve en soltar una leve carcajada cuando los hermanos discutían, pues imaginarme a estos tres haciendo cosas íntimas.
Le quité a uno de los gemelos la revista de las manos y, mientras Caurd le echaba la bronca a su hermano pequeño, solté la revista con un bufido y, encogiéndome de hombros, me empecé a reír con un cierto tono irónico, pícaro y socarrón.
- Mira que sois críos, de verdad. ¿Ver tías tan feas en revistas tan...? -Me quedé callado por unos segundos mientras palpaba con mis manos los bolsillos de mi pantalón en busca de mi paquete de tabaco donde dentro llevaría mi mechero. Lo saqué del bolsillo derecho y, mientras sacaba un cigarro con mi mechero, terminé la frase, poniéndome el cigarro entre mis labios y encendiéndolo.- Asquerosas. -Solté humo, sujetando el cigarro con mis dedos de la mano derecha, con una sornisa.- No sabéis nada, críos. Teniendo internet, ¿Para qué ver fotos cuando puedes ver vídeos en los móviles por RedTube en el móvil? -Dije, mientras me sentaba en la cama del chico, mirándo a los novatos con una mirada irónica.- ¿Qué pasa? ¿Véis revistas y os masturbáis con las revistas y nos veis RedTube? Pues "que machos" os creéis con vuestro hermano, gemelitos. -Y, con las mismas, inclinándome hacía delante, les eché humo a los chicos, con una sonrisa socarrona. Los chicos fueron a por mi, tirándose hacía a mi a la cama, y alcé el cigarro.- ¡CABRONES, QUE ME DEJÉIS, ¿QUÉ QUERÉIS DE MI?!
- ¡Matarteeee! -Gritó Michael, mientras jugaban conmigo como si estuviesen matándome.
- ¡SI ES QUE NO SABÉIS NADA, TONTOS! -Les grité a los niños, mirando a Caurd con una risa en mi rostro, pues uno de mis puntos débiles eran las cosquillas.- ¡Ayúdame, traidor! -Le grité al chico.
Momentos así era los que yo adoraba...los que yo deseaba tener con los hijos que quería tener con alguna mujer que me quisiese en el futuro, pero.. ¿existiría alguien, a parte de estos niños, que me quisiese tal y como soy?
Mientras agarraba a los gemelos al estar peléandose conmigo como siempre, atendía las explicaciones de la buena mujer Strauford, quien me quería como otro hijo o como un sobrino, comentándomelo en una ocasión. Yo era como el protector de Caurd, pues siempre era el primero en ayudarle si le pasaba algo, en ayudar a su familia, en hablar con quien tuviese que hablar para problemas del niño... cosas así que necesitaba este y que no podía hacerlo nadie más que yo, lo cual me hacía sentirme como una hermano para el. Los gemelos no eran ni la mitad que Caurd representaba para mi, pues el había sido una de mis razones de vivir cuando quería cortarme las venas cuando ya llevaba dos años sin Taylor -justamente de este distrito-.
- Ok, ok, muy bien. Tranquilos, les prepararé los Spagguettis con tomate y carne como le gustan a los gemelos y Caurd y yo ya veremos lo que comemos. Supongo que le debo un McDonald, así que nos pillarémos una hamburguesa, ya que los gemelos están a dieta y no pueden.-Sonreí ampliamente, dándole dos besos a la mujer y un estrechón de manos al padre.- Si les pasa algo, llamadme.
- Lo mismo digo. -Dijo la madre en un tono chistoso, porque sabía que no pasaría nada.
No tardé en cerrar la puerta y, con las mismas, mientras rodeaba con mi brazo los hombros del pequeño Caurd, subía las escaleras mientras escuchaba que tenía un nuevo videojuego para la nueva consola que hace un tiempo le regalé por su anterior cumpleaños, siendo una de las primera sacadas en el Capitolio. Yo le sonreí y, caminando al lado del chico, mirando tanto a los gemelos que iban por delante y el chico, le contesté mientras le pellizcaba en el culo con mi otra mano libre a Angelo por ir delante.
- ¿Ah, sí? ¿Qué juego te has pillado? Me lo podáis decir a mi y te lo podía haber pillado, tonto. -Le dije, dándole un flojo pescozón mientras terminábamos de subir las escaleras y los gemelos ya abrían la puerta del cuarto. Yo me eché a correr hacía la habitación porque sabía que este me pegaría un pescozón, aunque no lo hizo.- Bueno, bueno, cual es el..
Justamente cuando miré su cuarto bien ordenador, como siempre, con el cual le había visto crecer desde los diez años, los gemelos empezaron a meter el dedo en la yaga por una revista porno que el chico contenía. No me contuve en soltar una leve carcajada cuando los hermanos discutían, pues imaginarme a estos tres haciendo cosas íntimas.
Le quité a uno de los gemelos la revista de las manos y, mientras Caurd le echaba la bronca a su hermano pequeño, solté la revista con un bufido y, encogiéndome de hombros, me empecé a reír con un cierto tono irónico, pícaro y socarrón.
- Mira que sois críos, de verdad. ¿Ver tías tan feas en revistas tan...? -Me quedé callado por unos segundos mientras palpaba con mis manos los bolsillos de mi pantalón en busca de mi paquete de tabaco donde dentro llevaría mi mechero. Lo saqué del bolsillo derecho y, mientras sacaba un cigarro con mi mechero, terminé la frase, poniéndome el cigarro entre mis labios y encendiéndolo.- Asquerosas. -Solté humo, sujetando el cigarro con mis dedos de la mano derecha, con una sornisa.- No sabéis nada, críos. Teniendo internet, ¿Para qué ver fotos cuando puedes ver vídeos en los móviles por RedTube en el móvil? -Dije, mientras me sentaba en la cama del chico, mirándo a los novatos con una mirada irónica.- ¿Qué pasa? ¿Véis revistas y os masturbáis con las revistas y nos veis RedTube? Pues "que machos" os creéis con vuestro hermano, gemelitos. -Y, con las mismas, inclinándome hacía delante, les eché humo a los chicos, con una sonrisa socarrona. Los chicos fueron a por mi, tirándose hacía a mi a la cama, y alcé el cigarro.- ¡CABRONES, QUE ME DEJÉIS, ¿QUÉ QUERÉIS DE MI?!
- ¡Matarteeee! -Gritó Michael, mientras jugaban conmigo como si estuviesen matándome.
- ¡SI ES QUE NO SABÉIS NADA, TONTOS! -Les grité a los niños, mirando a Caurd con una risa en mi rostro, pues uno de mis puntos débiles eran las cosquillas.- ¡Ayúdame, traidor! -Le grité al chico.
Momentos así era los que yo adoraba...los que yo deseaba tener con los hijos que quería tener con alguna mujer que me quisiese en el futuro, pero.. ¿existiría alguien, a parte de estos niños, que me quisiese tal y como soy?
Sonny J. Moore- Distrito 01
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Re: Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
Me llevé una mano a la cara dándome una sonora palmada en la frente ante el comentario de Sonny, madre mía la que se podía liar a partir de esto. Sí, pues claro que sabía lo que era redtube, ¿quien no? Pero me había picado la curiosidad por esas cosas guardadas en una esquina de las librerías, quería saber el porque de tanto escándalo. - Ya bueno... - empecé a excusarme. Pero no sabía muy bien que decir, nunca me había encontrado en una situación tan incómoda como esta y mis hermanos pequeños me interrumpieron saltando sobre él. Nuestro em, digamos "cuidador" me pidió ayuda y yo, rodando los ojos agarré a ambos chiquillos (aunque solo eran un año menores que yo) y prácticamente los levanté. Si, solo nos llevábamos un año, pero como yo estaba dando el estirón y ellos aun estaban entrando en él la diferencia de tamaño y fuerza era ahora más grande que nunca... aunque era algo que no duraría mucho. - Se acabó la juerga, vais a romper algo, ¡fuera de mi habitación! - realmente yo no era de los que se preocupaban por si algo se rompía o no, bueno miento, me importaba si se rompía por culpa de otras personas, si era yo no pasaba nada porque... porque... porque yo lo decía.
Una vez eché a los enanos cerré con un portazo. No es que estuviese enfadado ni mucho menos, pero siempre ponía esas energías en todos mis gestos. A los desconocidos podía darles una falsa impresión de cabreo, pero los que me conocían sabían que simplemente no podía hacer las cosas con suavidad. - Poderes de hermano mayor, tengo que aprovecharlos mientras les lleve suficiente altura como para intimidarlos. - lo cual no sería mucho tiempo, unos dos o tres años como mucho. - Y en cuanto a ti. - dije volviéndome hacia Sonny señalándolo con un dedo acusador. - Si quieres fumar abres la ventana y te asomas, no quiero que mi habitación apeste a tabaco. - dicho esto recuperé mi revista y la guardé en un cajón de mi escritorio.
-Conozco de sobra las páginas porno que hay en internet. - Empecé a decirle a mi acompañante. - Y ellos tambien. - o al menos eso creía... ba, seguramente si. - Simplemente tenía curiosidad, no sé, ¿porque iban a vender en revista cosas que se encuentran gratis por la red? Algo especial o diferente tenían que tener... - concluí con un encogimiento de hombros. Al menos mi razonamiento era ese.
Una vez eché a los enanos cerré con un portazo. No es que estuviese enfadado ni mucho menos, pero siempre ponía esas energías en todos mis gestos. A los desconocidos podía darles una falsa impresión de cabreo, pero los que me conocían sabían que simplemente no podía hacer las cosas con suavidad. - Poderes de hermano mayor, tengo que aprovecharlos mientras les lleve suficiente altura como para intimidarlos. - lo cual no sería mucho tiempo, unos dos o tres años como mucho. - Y en cuanto a ti. - dije volviéndome hacia Sonny señalándolo con un dedo acusador. - Si quieres fumar abres la ventana y te asomas, no quiero que mi habitación apeste a tabaco. - dicho esto recuperé mi revista y la guardé en un cajón de mi escritorio.
-Conozco de sobra las páginas porno que hay en internet. - Empecé a decirle a mi acompañante. - Y ellos tambien. - o al menos eso creía... ba, seguramente si. - Simplemente tenía curiosidad, no sé, ¿porque iban a vender en revista cosas que se encuentran gratis por la red? Algo especial o diferente tenían que tener... - concluí con un encogimiento de hombros. Al menos mi razonamiento era ese.
Caurd X. Strauford- Tributo
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Re: Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
A su edad, quizá, yo estaba más trastornado por el Bulling y siempre componía mis canciones y mi música alrededor de ese mundo, aunque... también era un curioso que no dejaba, desde que tenía los siete años, de investigar lo que eran las mujeres, el porno, y cosas así que a niños de esa edad se le pasaba de los límites. Mi curiosidad siempre me había matado y, claro, ahora era el típico amigo que si no se tiraba a dos chicas en una fiesta a la misma vez o que si no era abrazado por chicas a su alrededor... vamos, ese no era yo. Sí, sería bajito.. ¡pero eso a las tías le molaba!
Aunque no siempre había sido el pervertido, el "ligón" y el que follaba en las fiestas por su cara bonita y cuerpo despampanante. No. Había tenido una infancia un tanto mala con mi enfermedad de la traquea, la cual tuvieron que operarme y tirarme de post-operatorio demasiado tiempo y, también... tenía a alguien en mi vida. Sí, había alguien que hacía que todas esas mujeres que ahora me tiraba no significasen nada, pero ese ángel rubio ahora se había alejado lentamente de mi corazón... y volaba en otros aires que, al parecer, seguían el mundo de la música, los cuales les había dicho.
Caurd, como siempre, se desechó de sus hermanos en un abrir y cerrar de ojos, pues ellos eran más bajitos que el chico y, por supuesto, más imponentes en su habitación, a parte de que a ellos les encantaba ser llevado a cualquier lugar contad de dar "por culo". Yo me levanté del suelo y, sacudiéndome, di un pequeño vistazo en la habitación mientras volví a llevarme mi cigarro a mis labios, el cual estaba a mitad de consumir. Inhalé aire y fue cuando el chico me dijo que saliese a la ventana, mirándome con cara amenazadora, mientras cogía su revista. Haciéndole caso, solo sonreí y fui a apoyarme en la ventana, mientras giraba mi cabeza para ver que hacía y sacaba la mano hacía la ventana para que el humo se lo llevase el poco viento de verano que corría en la calle.
Mientras yo seguía fumando, el pequeño se colocó a mi lado, apoyado a la ventana, mirándome mientras me decía sus "experiencias" con el porno en general. Sí, los chicos de su edad todavía eran vírgenes y se tenían que conformar con ver fotos y no hacer más que disfrutar de ellos, por eso me reía de ellos... pues a su edad yo era igual.
Saqué el humo por la boca cuando finalizó y, dejando el brazo muerto sobre la ventana, miré al chico con una sonrisa. No evité en seguir la conversación, pues toda las conversaciones con este pequeño bribón acababan en una aventura diferente.
- ¿Quién no habrá visto porno en su vida, eh? Hasta esos enanos de ahí se habrán visto páginas porno de tías o de tíos, según sus gustos. -Me encogí de hombros, con una risa, mientras me volvía a llevar el cigarro a mi boca tras haberle dados unos golpecitos para quitarle la ceniza. Seguí hablando, después de echar el humo unos segundos después.- Aun así, aun te queda demasiado por vivir con las mujeres. Y no te pienses que son como en los vídeos o en las revistas, que no se van a desnudar por ti. No, peque. Más quisiéramos los hombres. -Le revolví el pelo, apagando el cigarro en el saliente de la ventana del chico y salí de la ventana, caminando por su habitación hasta la papelera, mientras seguía hablando.- Las mujeres son muy complicadas y no sabes por donde te van a salir. Cada persona es un mundo, ¿no? Pues las mujeres son treinta mundos a la vez. -Dije con ironía, sentándome en la cama del chico con los brazos estirados. Atrapé a Caurd, que pasaba por mi lado, y lo coloqué a mi lado, rodeándole con mi brazo su hombro y, mirándole, sonreí.- Dime, de hermano a hermano, ¿te gusta alguna chica? Y se sincero.
Aunque no siempre había sido el pervertido, el "ligón" y el que follaba en las fiestas por su cara bonita y cuerpo despampanante. No. Había tenido una infancia un tanto mala con mi enfermedad de la traquea, la cual tuvieron que operarme y tirarme de post-operatorio demasiado tiempo y, también... tenía a alguien en mi vida. Sí, había alguien que hacía que todas esas mujeres que ahora me tiraba no significasen nada, pero ese ángel rubio ahora se había alejado lentamente de mi corazón... y volaba en otros aires que, al parecer, seguían el mundo de la música, los cuales les había dicho.
Caurd, como siempre, se desechó de sus hermanos en un abrir y cerrar de ojos, pues ellos eran más bajitos que el chico y, por supuesto, más imponentes en su habitación, a parte de que a ellos les encantaba ser llevado a cualquier lugar contad de dar "por culo". Yo me levanté del suelo y, sacudiéndome, di un pequeño vistazo en la habitación mientras volví a llevarme mi cigarro a mis labios, el cual estaba a mitad de consumir. Inhalé aire y fue cuando el chico me dijo que saliese a la ventana, mirándome con cara amenazadora, mientras cogía su revista. Haciéndole caso, solo sonreí y fui a apoyarme en la ventana, mientras giraba mi cabeza para ver que hacía y sacaba la mano hacía la ventana para que el humo se lo llevase el poco viento de verano que corría en la calle.
Mientras yo seguía fumando, el pequeño se colocó a mi lado, apoyado a la ventana, mirándome mientras me decía sus "experiencias" con el porno en general. Sí, los chicos de su edad todavía eran vírgenes y se tenían que conformar con ver fotos y no hacer más que disfrutar de ellos, por eso me reía de ellos... pues a su edad yo era igual.
Saqué el humo por la boca cuando finalizó y, dejando el brazo muerto sobre la ventana, miré al chico con una sonrisa. No evité en seguir la conversación, pues toda las conversaciones con este pequeño bribón acababan en una aventura diferente.
- ¿Quién no habrá visto porno en su vida, eh? Hasta esos enanos de ahí se habrán visto páginas porno de tías o de tíos, según sus gustos. -Me encogí de hombros, con una risa, mientras me volvía a llevar el cigarro a mi boca tras haberle dados unos golpecitos para quitarle la ceniza. Seguí hablando, después de echar el humo unos segundos después.- Aun así, aun te queda demasiado por vivir con las mujeres. Y no te pienses que son como en los vídeos o en las revistas, que no se van a desnudar por ti. No, peque. Más quisiéramos los hombres. -Le revolví el pelo, apagando el cigarro en el saliente de la ventana del chico y salí de la ventana, caminando por su habitación hasta la papelera, mientras seguía hablando.- Las mujeres son muy complicadas y no sabes por donde te van a salir. Cada persona es un mundo, ¿no? Pues las mujeres son treinta mundos a la vez. -Dije con ironía, sentándome en la cama del chico con los brazos estirados. Atrapé a Caurd, que pasaba por mi lado, y lo coloqué a mi lado, rodeándole con mi brazo su hombro y, mirándole, sonreí.- Dime, de hermano a hermano, ¿te gusta alguna chica? Y se sincero.
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Re: Las enseñanzas del adulto al niño. {Priv Caurd // Express}
Como siempre, parecía divertido con todo lo que sucedía a su alrededor. Era como si el mundo entero fuese un gigantesco circo y el fuese al mismo tiempo el público y el espectáculo principal. Supongo que por eso congeniábamos tan bien, yo tambien era una persona de carácter enérgico y alegre. Y por eso mismo juntos éramos una combinación cuasi explosiba, podíamos llegar a liarla bien parda cuando nos emocionábamos demasiado, aunque teníamos nuestros límites, claro está... aunque casi siempre eran puestos por el adulto, el cual tenía más experiencia y, por tanto, más sensated. Aunque más que sensated podía ser simplemente más habilidad a la hora de escabullirse y de evitar las consecuencias de los líos que montaba, no lo tenía demasiado claro.
Me apoyé a su lado, junto a la ventana, con el bajo espalda apoyado en la pared y los codos en la repisa. Fruncí los labios, pensativo, nunca me había planteado la orientación sexual de Michael y Angelo, de momento no habían dado muestras de interesarse más por un sexo que por el otro, al menos que yo supiera... y pasábamos juntos mucho tiempo. - Yo he visto de ambos. - contesté con un encogimiento de hombros. Que era bisexual no era algo de lo que me avergonzase para nada, ni tampoco suponía ningun trauma para nadie. En los distritos altos, la homofobia era algo casi extinto, pero imbéciles había en todos los sitios. No sé como estaría ese tema en los distritos bajos, aunque no veía razón para que fuese distinto. Tenía entendido que en el pasado, hace mucho tiempo, a los que mostraran tendencias homosexuales se les marginaba pero... no alcanzaba a entender el porqué.
Presté atención a su breve expliación mientras lo seguía hasta la cama, sentándome a su lado cuando tiró de mí. Lo que había dicho era totalmente cierto, las mujeres eran complicadas, tenían cambios de humor muy bruscos y... en fin, tenía entendido que era por la menstruación, al parecer les cambiaba el carácter y las volvía, em, inestables. Lo cual podía explicar perfectamente los arrebatos cuasi psicóticos que tenían algunas chicas de mi clase, no obstante, en general yo no veía grandes cambios, quizás no les afectase a todas de la misma manera. - ¿La regla hace que todas se vuelvan locas o es un mito y solo les pasa a algunas? - decidí salir de dudas preguntándoselo. Al fin y al cabo yo no era de los que se guardaban las dudas, si no que me gustaba saciar mi curiosidad. - La verdad es que no. - le contesté con una sonrisa. Tenía un carácter demasiado enérgico, nunca me paraba a fijarme en las cosas, incluidas otras personas, y eso tambien hacía que mis emociones fuesen volubles y que todo pasara muy rápido. - Más de una vez alguna me ha hecho tilín pero... se me pasa en seguida.
Me apoyé a su lado, junto a la ventana, con el bajo espalda apoyado en la pared y los codos en la repisa. Fruncí los labios, pensativo, nunca me había planteado la orientación sexual de Michael y Angelo, de momento no habían dado muestras de interesarse más por un sexo que por el otro, al menos que yo supiera... y pasábamos juntos mucho tiempo. - Yo he visto de ambos. - contesté con un encogimiento de hombros. Que era bisexual no era algo de lo que me avergonzase para nada, ni tampoco suponía ningun trauma para nadie. En los distritos altos, la homofobia era algo casi extinto, pero imbéciles había en todos los sitios. No sé como estaría ese tema en los distritos bajos, aunque no veía razón para que fuese distinto. Tenía entendido que en el pasado, hace mucho tiempo, a los que mostraran tendencias homosexuales se les marginaba pero... no alcanzaba a entender el porqué.
Presté atención a su breve expliación mientras lo seguía hasta la cama, sentándome a su lado cuando tiró de mí. Lo que había dicho era totalmente cierto, las mujeres eran complicadas, tenían cambios de humor muy bruscos y... en fin, tenía entendido que era por la menstruación, al parecer les cambiaba el carácter y las volvía, em, inestables. Lo cual podía explicar perfectamente los arrebatos cuasi psicóticos que tenían algunas chicas de mi clase, no obstante, en general yo no veía grandes cambios, quizás no les afectase a todas de la misma manera. - ¿La regla hace que todas se vuelvan locas o es un mito y solo les pasa a algunas? - decidí salir de dudas preguntándoselo. Al fin y al cabo yo no era de los que se guardaban las dudas, si no que me gustaba saciar mi curiosidad. - La verdad es que no. - le contesté con una sonrisa. Tenía un carácter demasiado enérgico, nunca me paraba a fijarme en las cosas, incluidas otras personas, y eso tambien hacía que mis emociones fuesen volubles y que todo pasara muy rápido. - Más de una vez alguna me ha hecho tilín pero... se me pasa en seguida.
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