¿Me estoy volviendo loca o de veras eres tú? (Mina)

Primer día del festival.
Hora: 9 AM

Emoción, gritos, y ruido, mucho ruido. Eso era lo único de lo que Danny llegaba a ser consciente mientras vagaba con aire perdido por el festival. Se había cruzado con algunos conocidos del Distrito 2, los cuales la habían mirado con cierta sorpresa al ver su extraño atuendo. Todos iban con los trajes que solían usar para la cosecha, menos ella, que tenía que ir con el atuendo negro de los entrenamientos, idea de su madre. Había que señalar que al menos sí estaba llamando la atención, pues en una ocasión pasó junto a un grupo de habitantes del Capitolio con sus extravagantes ropajes y estos se la quedaron mirando, como si les sorprendiera verla vestida del tal guisa.
Pero no dejaba de ser incómodo. Los habitantes de los distritos bajos la miraban con un cierto odio mal disimulado, como si la culparan por entrenarse. ¿Qué mal había hecho ella por prepararse físicamente? De momento, ninguno; se limitaba a hacer sus ejercicios sin dañar a nadie, como la habían enseñado. Ya tendría que hacerlo en la arena, cuando le tocara luchar.

Una ventaja de su atuendo, pese a todo, era la comodidad. Podía correr por todo el festival sin tener que preocuparse de colocarse bien la falda o de que el zapato se le rompiera; podía montarse en la atracción que quisiera sin temer que su ropa se estropeara. Quizás en ese sentido, aquel atuendo era el más apropiado para alguien como ella, que era incapaz de quedarse quieta en un sitio. En lo que iba de mañana, Danny ya había explorado gran parte de la zona donde se estaba celebrando la fiesta, incluso en una ocasión llegó a trepar por detrás de un tenderete para poder echarle un vistazo al recinto desde arriba.

Pero ya estaba cansada de curiosear; quería comer algo, sentarse, tratar de hablar con alguien nuevo. Quizás conociera a algún personaje interesante de otro distrito, o simplemente se topaba con algún conocido que hubiera hecho cuando su padre la llevaba por los distritos en sus misiones como Agente de la Paz. No había ido tan lejos como al 11 o al 12, pero en una ocasión la llevó al 8, donde le compró incluso una colcha nueva para su dormitorio.
Tomó asiento en una zona acondicionada para comer; donde se encargó de que le sirvieran un plato de pescado frito, al parecer hecho a la manera del 4. Danny amaba el pescado, pero en el 2 no es que supieran prepararlo a la perfección. Comenzó a comer, mirando con curiosidad a la gente que iba y venía. Era casi como una atracción turística con su uniforme; como si fuera una especie de recreación de una tributo del 2. Y al parecer muchos la tomaban como tal, pues un niño no tardó en acercarse a ella.
-¡Mira mamá!-exclamó-¡Han traído a tributos para ambientarnos!
-¡No soy una tributo, al menos no todavía!-protestó Danny-¡Es mi uniforme de entrenamiento!
-¡Eres una tributo!-contestó el enano de forma impertinente, mientras examinaba a Danny de arriba a abajo, parando sus ojos sobre la insignia del 2 que llevaba prendida en la camiseta-A ver... ¡eres la del 2! Voy a buscar a los demás, a lo mejor si los encuentras a todos te dan un premio...
Danny bufó. Por mucho que el niño estuviera equivocado, sabía que en cuestión de tiempo sí sería una tributo de verdad.

La siguiente parte de su plan de escape era ir en misión de reconocimiento de esa zona pública en la que podía estar todo el mundo. Kira le había puesto una cara de extrañeza cuando se lo había pedido, pero evidentemente sus deseos eran órdenes así que pronto había tenido listos a un par de guardias para que la acompañaran a una distancia prudencial mientras ella paseaba.
Claro que se había cuidado bastante de no usar ningún vestido demasiado estridente o elegante, cosa que provocó otra mirada de extrañeza por parte de sus estilistas, pero lo que menos necesitaba es no poder dar ni dos pasos porque todos andaran parandola al reconocerla.

Nunca lo iba a reconocer, pero todo aquello le parecía bastante impresionante. Nunca antes había tenido la ocasión de pasearse por un sitio como aquel, y los juegos, montañas rusas y demás se le antojaban tan atrayentes como un montón de diamantes.

Oyó unas mujeres que susurraban a su derecha, discutiendo entre ellas sobre si ella era la princesa Mina o sólo alguien que se le parecía. Arrugó la nariz porque realmente no le apetecía tener que mostrarse sonriente y amable con desconocidos, y definitivamente no podía permitirse el lujo de ser desagradable. Su hermano le había pedido expresamente que no lo hiciera, y a pesar de que no le importaba decepcionarle a él, no quería decepcionar a su padre.

Casi sin quererlo, intentando esquivar a esas señoras se encontró en un puesto donde vendían pescado traído directamente del distrito 04. Ella en el Capitolio podía conseguir pescado para comer en cualquier momento que quisiera, pero ese tenía un aspecto distinto. Estaba frito y la gente lo comía con los dedos.

Estaba tan distraida mirando aquella peculiar forma de preparar pescado que tropezó sin quererlo contra una chica vestida con lo que parecía el uniforme de entrenamiento de los tributos. Levantó la mano para indicarles a los guardias que no pasaba nada, y miró a la chica con la que intentaba ser una sonrisa de disculpa.

- Lo siento, no miraba por donde iba. – iba a dejarlo ahí simplemente , pero luego se dio cuenta de que ella había ordenado algo de ese pescado frito, y de nuevo la curiosidad por ese tipo de cosas que jamás había probado. Tras una mirada de advertencia a sus guardias para que no se acercaran más de la cuenta le preguntó a la chica – ¿Que tal ese pescado? ¿Recomendable? – solo esperaba que el vestido y las gafas de sol sirvieran para que no la reconocieran.

Los gritos del niño aún se seguían escuchando mientras que Danny comía un nuevo trozo de pescado. El crío parecía dispuesto a encontrar a los "demás tributos" a pesar de que Danny le había repetido hasta la saciedad que no era tal cosa. ¿Acaso ese niño pensaba que ya habían elegido a los chicos para los Juegos y los habían traído al festival para presentarlos ante todo Panem? Se permitió reflexionar sobre su aspecto: el pelo trenzado, el rostro libre de maquillaje, y su uniforme de entrenamiento con el añadido de la insignia del 2. Si le hubieran entregado un arma, podría parecer perfectamente una tributo en sus días de entrenamiento en el Capitolio. ¿Pensarían los demás eso de ella? ¿La tomarían por tributo antes incluso de que llegara a serlo? Teniendo en cuenta su apariencia, no era de extrañar.

Suspiró, terminando su trozo de pescado y empezando con otro. Sabía bien que los Juegos estaban en su futuro, era consciente de que dentro de poco iba a ir a la arena, pero aún no era más que una chica que se entrenaba para los mismos. Sí, tenía su categoría de Profesional, pero en los días que corrían, eso y nada era lo mismo. El ser profesional no le iba a servir de mucho hasta la cosecha, cuando seguramente tuviera que presentarse voluntaria si no leían su nombre. Lo había asumido hacía bastante, y de hecho se había resignado a ello: iría a los Juegos dentro de nada, porque era la única candidata apta del 2 para ocupar el puesto de tributo; Kennia se lo había dicho cuando habló con ella.

De buenas a primeras, alguien chocó con ella. Alzó los ojos, para ver a una chica cuyo rostro le era extremadamente familiar hacer señas a unos hombres situados algo apartados. ¿Guardaespaldas, quizás? ¿Quién iba a necesitarlos? A fin de cuentas, no era un sitio peligroso, ¿no?
En la mente de Danny comenzaron a unirse pensamientos poco a poco, los cuales comenzaron a adoptar más lucidez cuando la extraña habló. Danny conocía esa voz, la había oído antes, ¿pero donde?
Frunció levemente el ceño, tratando de recordar, hasta que se hizo la luz en su cerebro. ¡Mina King! La había visto en televisión algunas veces, y su madre, fanática de la monarquía, había taladrado los rostros de la familia real en la mente de Danny; del mismo modo que la disciplina.

Fue automático que se levantara de su sitio, realizando una pequeña y espartana reverencia, con cierto aire militar. En el 2 les decían que la disciplina militar era el máximo exponente de la cortesía, y años de enseñanzas no habían sido en balde para Danny.
-No tiene que disculparse-se mantuvo tiesa, erguida, con la cabeza alta y el gesto firme, con un contacto visual seguro. Humildad, la necesaria, arrojo, lo máximo posible, eso le decían-Me siento honrada de poderla conocer; mi nombre es Daenerys Stormborn-dijo, antes de añadir la coletilla que siempre les recordaban-Larga vida al rey y a los Juegos.
Se sentía orgullosa de su reacción, seguro que su madre la aprobaría de haberla visto. Observó de reojo el pescado que Mina señalaba, encogiéndose levemente de hombros.
-Está bueno, pero tampoco soy una experta en la materia-respondió-No como mucho pescado por recomendación de mi entrenador; según él debo mantener una dieta estricta.

Su look de incognito debía ser una porquería, porque la chica, que llevaba insignia del distrito 02 no tardó más de algunos segundos en reconocerla. Miró alrededor nerviosa por si alguien había reparado en su reverencia o en sus palabras. No quería a una multitud encima y que sus guardias tuvieran que sacarla de ahí usando la violencia.

Shhh, estoy de incógnito. - le susurró, poniendo las manos en sus hombros y haciendo que volviera a tomar asiento, sentándose ella misma frente a la chica que se acababa de presentar como Daenerys. Hizo una señal a uno de sus guardias para que le consiguiera un poco de ese pescado y se sentó con gesto elegante, cosa que destacaba quizás demasiado teniendo en cuenta todo lo que había a su alrededor - El distrito 06 puede no ser del todo seguro para mi, y nunca se es suficientemente cuidadosa.

En ese instante uno de sus guardias dejó el pescado que había ordenado frente a ella y ambos tomaron asiento en una mesa cercana, en caso de que sucediera algo que requeriera su intervención inmediata.
Se llevó un trozo a la boca, cogiéndolo con cuidado entre dos de sus dedos, seguramente la primera vez que debía comer con los dedos, y se le antojaba extraño, muy muy extraño. Tanto que ni siquiera estaba segura de si le gustaba o le desagradaba.

¿Dieta estricta y entrenador? ¿Vas a presentarte voluntaria para los Juegos? - preguntó, porque los voluntarios de los distritos 01 y 02 siempre eran interesantes, y ella debía empezar a planificar su estrategia de patrocinio.

Masticó con cuidado algo de la comida de su improvisado plato de cartón. Estaba bueno, a pesar de lo diferente que podía llegar a ser del pescado que ella estaba acostumbrada a comer, cocinado con cuidado y en una presentación exquisita en platos de porcelana. Quizás y tampoco había estado tan mal ceder a las peticiones de su hermano y trasladarse al 06 por esos tres días.

La verdad yo tampoco soy experta. Aún cuando si como pescado sólo es cocinado de una determinada forma. Pero esto no está tan mal, a pesar de ser tan distinto a todo lo que hay en el Capitolio. - dijo, medio hablando para ella misma, medio para la chica que tenía delante.

Los ojos de Danny se abrieron de par en par cuando se vio impulsada hacia abajo, por las manos de la princesa, que la hicieron tomar asiento con un golpe sordo. No entendía por qué Mina iba camuflada, aunque había que señalar que su camuflaje era tan penoso como el de la misma Danny. Ambas llamaban la atención, Mina por su ropa colorida del Capitolio, y Danny con su atuendo oscuro de entrenamiento. Si les colgaran un cartel fosforito encima no llamarían tanto la atención como estaban haciendo ahora mismo, cada una a su manera. Además, los dos hombres que venían con Mina, no hacían más que acrecentar la situación, aunque al menos éstos sí parecían algo más "normales" que ellas mismas.
"Menudo par" se dijo Danny con amargura "Si la princesa quiere pasar desapercibida, con buena ha venido a dar; con estas pintas lo raro es que no me miren."
-Si es necesario, puedo defenderla-Danny habló en un tono bajo, pero con su habitual deje militar inculcado en su distrito-Yo y muchos ciudadanos del 2 que siempre hemos venido siendo leales.
Y no dejaba de ser cierto; la lealtad del 2 hacia el Capitolio siempre había venido siendo conocida por todo Panem.

Observó con las cejas levemente alzadas como la princesa comía un poco de pescado. Le daba la sensación de que ella era tan interesante para Mina como Mina para ella. ¿Sería por su aspecto peculiar? Bueno, no negaba que original era, por mucho que se mirara de otros modos.
Cuando escuchó la pregunta sobre si iba a presentarse voluntaria, se le heló la sonrisa en los labios. Al parecer, Mina también era como su madre, que veían a los demás solo con su categoría respecto a los Juegos. Aunque ella misma también lo hacía, a veces Danny se sentía un poco hastiada de no ser más que una especie de deportista que se dedicaba a entrenar día tras día.
Sacó del bolsillo de su pantalón su tarjeta identificativa. En el Distrito 2, sobre todo a los candidatos a tributos, se les añadía a las mismas la categoría que había obtenido en las pruebas. En mi caso, justo debajo de mi nombre, había una clara S bien señalada.
Le enseñé la tarjeta, como simple respuesta.
-Creo que es obvio que seré tributo en los próximos Juegos. He sido la única chica de mi distrito en pasar las pruebas para profesional.

Evidentemente sabía de la lealtad de la mayoría de habitantes del Distrito 02 hacía la família real, el Capitolio y todo lo que conformaba los Juegos. Aún así oír a una chica joven decirlo con tanto convencimiento no podía dejar de agradarle.

- En realidad he recibido entrenamiento que me permitiría defenderme por mi misma... Pero es bueno saber que estoy segura contigo. – claro que había tomado clases de defensa personal. Mina era de una forma en la que no podía permitirse dejar toda la seguridad y la integridad de su vida a la capacidad y habilidad de aquellos que la rodeaban, era algo que simplemente no iba con ella. Así que había aprendido cuatro nociones básicas e incluso a usar armas de fuego.

Ladeó la cabeza mirando su targeta que indicaba que tenía la categoria de profesional. Bien, aquella era información que podría usar para las apuestas de antes de empezar los juegos, incluso para las apuestas de antes de las Cosechas. Sonrió ligeramente ante esa idea.

- ¿Has venido sola? ¿Tienes idea de que cosas interesantes se puede en este festival? Tenía la intención de quedarme en la zona que han habilitado para mi, pero luego pensé que tal vez podría ser bueno bajar y mezclarme con la gente, intentando pasar desapercibida, cosa que veo que no se me da tan bien como creí.

Y de paso vería si podía echarle en cara a su hermano el haber organizado una basura de festival, con un “ya te lo dije que yo podría haberlo organizado mejor”. Aunque en realidad ella no tenía ningún tipo de interés en cargarse con la indecente cantidad de trabajo que suponía organizar una cosa como aquella. Sin embargo le gustaba picarle, y para cuando volviera a haber un Vasallaje, él ya se habría olvidado de aquellas palabras.

- ¿Hay alguna posibilidad que me puedas enseñar todo esto? Mis guardias tienen menos conocimiento que yo del distrito 06 y del Festival, así que no me sirven. – a fin de cuentas estaba con alguien leal a todo lo que ella representaba... ¿no? No podía pasar nada.

Danny entrelazó las manos, observando a su interlocutora con las cejas aún alzadas levemente, como si siguiera sorprendida, aunque ya había logrado retomar el control sobre la situación, relajándose para no volver a comportarse como una especie de Agente de la Paz en miniatura, llamando así más la atención. Aunque no pudo evitar esbozar una leve mueca de sorpresa ante las palabras que vinieron a continuación. ¿Defenderse por si misma? ¿Acaso habría recibido lecciones de auto-defensa o simplemente agresión? Fuera como fuese, Danny estaba segura de que las lecciones que Mina pudiera haber recibido no eran nada en comparación con su entrenamiento. A Mina la habrían preparado para defenderse si era necesario... a Danny la habían entrenado para ser letal en cada uno de sus aspectos.
-Si se me permite opinar-repuso, en un tono de voz sosegado-si comparamos sus habilidades con las mías, sale perdiendo, y no trato de ser ofensiva. Lo que quiero decir es que por mucho que usted sepa defenderse, su entrenamiento no creo que se encuentre a la altura del que recibimos en mi distrito. No la menosprecio ni nada por el estilo, pero considero que usted sabrá defenderse, pero el entrenamiento que he recibido yo ha sido encauzado para convertirme en letal.

Danny no quería presumir, ni tampoco menospreciar a Mina. Simplemente comentaba las diferencias entre las preparaciones, con el objetivo de que la princesa se diera cuenta de que con ella no iba a tener ni que llamar a sus guardaespaldas si no quería. A fin de cuentas, Danny había sido entrenada desde pequeña y a estas alturas dominaba con soltura varias armas, además de que la habían adiestrado para que sus puños y sus pies fueran también dañinos.

Las siguientes palabras la dejaron algo sorprendida. ¿Que guiara a la princesa por el festival? Era demasiada responsabilidad, pero al mismo tiempo Danny lo consideraba un honor... ¡iba a acompañar a la princesa por todo el evento! Si se enteraran en su casa...
-No conozco mucho este distrito, pero será un honor hacerle de guía por las zonas que he ido explorando previamente.

- Está claro que yo salgo perdiendo. No me tomaré la molestia de entrenarme para una situación como los Juegos. Aunque tengo curiosidad... ¿Que tan letal eres con ese entrenamiento? Tengo que empezar a pensar en mis patrocinios.

En verdad hacía sus comentarios sin pensarlos demasiado, como si el reconocer que ella no tenía ninguna necesidad para andar entrenandose para un cuerpo a cuerpo hasta la muerte no fuera a importarle a alguien que lo estaria haciendo dentro de poco. Pero simplemente Mina no estaba acostumbrada a pensar en las consecuencias. No le importaban porque todos eran menos importantes que ella.

Sonrió de medio lado cuando Danny aceptó el ofrecimiento de hacerle una visita por las zonas que había conocido de todo aquello. Evidentemente no seria nada tan divertido como podria haber sido sin los dos guardias que se pusieron de pie casi al mismo tiempo que lo hizo ella.

- Ignóralos. Van a limitarse a seguirnos a la distancia. - le dijo, señalando a los dos hombres - Así que dime... ¿Por donde empezamos? He oído hablar de algo llamado rueda de la fortuna. ¿Sabes algo de eso? - claro que nunca había visto una y mucho menos subido. ¿Había mencionado que había vivido en una jaula de cristal durante toda su vida?

Las palabras de Mina hicieron que Danny frunciera levemente el ceño, un tanto descolocada. ¿Cómo podia demostrarle lo que sabía hacer si no tenía nada con lo que poder sostener sus palabras? Había conocido a muchos ególatras que se las daban de profesionales y que decían ser tiradores excepcionales o espadachines como pocos, pero que luego, a la hora de la verdad, eran realmente unos idiotas que apenas si podían sostener un arma correctamente. La principal habilidad de Danny era el arco; se consideraba una tiradora realmente buena, y de hecho su prueba de profesional la había pasado usando un arco y diez flechas, sin apenas molestarse en intentar otro ejercicio. Puede que hubiera sido arriesgado por su parte, pero consiguió los aciertos necesarios para convertirse en Profesional.
-He sido entrenada desde que apenas si era capaz de andar-respondió-Mi padre era un alto cargo de los Agentes de la Paz, de modo que me estuvo preparando antes incluso de que empezaran los entrenamientos; y cuando llegué a los catorce años, incluso me hizo dejar los estudios para dedicarme por completo a la preparación para los Juegos. Creo que sabrá que si una persona ha pasado toda su vida entrenándose para ser letal, no puede menos que serlo. Puedo demostrárselo-añadió

Sobre la mesa había un cuchillo bastante rústico que se usaba para cortar los trozos del pescado. No era un arco, pero Danny estaba preparada en las armas a distancia; había lanzado muchos cuchillos a lo largo de sus días de entrenamiento, y aunque no eran su arma predilecta, sí que era bastante buena con los mismos.
-Voy a lanzar contra el cartel del puesto-repuso, para que la princesa o sus guardaespaldas no intervinieran creyendo que fuera a intentar atacarla. Tomó el cuchillo y con manos hábiles lo lanzo al aire, atrapándolo por la punta y arrojándolo con fuerza contra el cartel que había a la entrada del puesto, donde se quedó clavado. Sonrió levemente, esperando que su gesto hubiera sido más elocuente que varias palabras.

La princesa volvió a hablar y Danny escuchó en un educado silencio. Cuando Mina hubo acabado, se encogió de hombros.
-No se mucho, la verdad, aunque sí he oído comentarios. De todos modos, en mi distrito tampoco tenemos algo por el estilo; no somos personas que nos demos a las diversiones vanas. Pero por explorar no creo que pase nada.