Cosechas Distrito 3
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Cosechas Distrito 3
LAS COSECHAS
El día dio comienzo, pero este sol naciente no presagiaba una rutina más, no, al contrario, hoy era uno de esos días que muchas personas tomarían como una salvación, un año más de vida, pero para otros este era el momento, un instante en el cual toda su existencia se vería afectada, donde el curso de su vida se vería replanteado y donde la muerte regresaría con el frio abrazo de una muerte silenciosa. Como siempre los hombres y mujeres se vistieron a modo correcto según su estatus, los nervios eran comunes entre algunos, para otros esto no era sino una formalidad, después de todo su edad era la superior, ¿verdad?, otros cuantos sentían pánico y esperaban con todas sus fuerzas que la fuerza superior, Dios o alguna entidad más evitase que su nombre fuese dictado sobre el fatídico escenario. No paso mucho tiempo para que avenidas y calles se viesen inundadas de jovencitos y jovencitas, todos dirigiéndose en un paso ambulante hacia la gran plaza central, aquella que para la ocasión había sido perfectamente arreglada de manera tal que se podía pensar era de reciente creación, ni más ni menos que el edificio de justicia, lugar de la reunión.
Varias mesas donde algunos agentes de la paz se ubicaban recibían a los hombres y mujeres tomando de ellos muestras sanguíneas como si de un protocolo se tratase, cientos de papeletas eran vertidas en una urna cristalina que posteriormente fue dirigida al escenario ubicándola en un pequeño pedestal al centro del mismo. Pasados unos diez minutos los hombres y mujeres fueron divididos en dos grupos, los primeros estaban ubicados a la derecha y las segundas a la izquierda, entre ellos varias rejas limitaban el movimiento y las mismas eran resguardadas por agentes de la paz, al centro un pequeño corredor creado por aquellas vallas era el único camino a tomar. Veinte minutos fueron necesarios para que desde el interior del edificio apareciese la figura de una mujer bella al menos en cuanto a facciones, hacía años que se había erradicado la grotesca imagen de una representante deformada, aunque claro, el colorido simplemente se mantenía, esta mujer, cuyo cabello era de un tinte morado muy llamativo y cuyo maquillaje era de un color carmesí muy penetrante, se mostraba alegre y vivaz, acercándose a un micrófono dando una ojeada a todos los presentes y enviándoles una sonrisa maliciosa.
No dijo palabra alguna, pues el vídeo típico comenzó a proyectarse en una enorme pantalla colocada sobre el edificio de justicia, en este se describían los años oscuros, las rebeliones sufridas y posteriormente la instauración de la realeza, así como un mensaje extra debido a los centésimos juegos, cuando hubo terminado solo había silencio. La mujer carraspeo y con voz chillona remarcando un acento capitolino menciono -¡Bienvenidos a las cosechas de los centésimos juegos del hambre!- elevo ambos brazos emocionada y posteriormente prosiguió -¡Ahora, ya todos saben el móvil de este evento!, ¿verdad?- lanzo una risilla por demás absurda -¡Sacare el nombre de una chica y un chico!- señalo la urna cristalina donde las papeletas se mantenían estáticas -¡Ellos representaran a su distrito y serán enviados al capitolio, así que mucha suerte a todos!- indago con su mano en la urna sacando el primer nombre perteneciente a la mujer -¡La tributo femenina es...! - y tras ello, esperando a que dicha chica fuera conducida al escenario y dijese su edad, saco la segunda papeleta -¡El tributo masculino es Aidan G. Kendrick- el proceso se repitió, una vez finalizado se tenían ya ambos tributos dando paso a hacer la la pregunta que siempre espera todo tributo ansioso de tener la dicha de poder presentarse para estos juegos del hambre. - ¿Algún voluntario? - Todos los presentes se miraban unos a otros hasta que una voz interrumpió el murmullo, una chica se presentaba voluntaria y sin más fue escoltado al escenario donde su nombre resonó entre los presentes -Electra M. Tesla, voluntario para el distrito 2. - quienes fueron escoltados al interior del edificio donde tendrían derecho a una pequeña despedida.
-¡Que la suerte este siempre de vuestra parte!- comento la señorita dándose media vuelta y alejándose de aquel escenario hasta perderse junto con los tributos en el edificio de justicia, apenas sucedió esto los agentes de la paz ordenaron a que la gente desalojara el lugar, poco a poco la plaza quedo nuevamente vacía y aunque la gran mayoría estaba a salvo por otro año, dos de los jóvenes ahora se encontraban en sus últimos momentos dentro de su distrito, probablemente la última vez que se verían con vida con sus seres queridos, los juegos acababan de iniciar.
Varias mesas donde algunos agentes de la paz se ubicaban recibían a los hombres y mujeres tomando de ellos muestras sanguíneas como si de un protocolo se tratase, cientos de papeletas eran vertidas en una urna cristalina que posteriormente fue dirigida al escenario ubicándola en un pequeño pedestal al centro del mismo. Pasados unos diez minutos los hombres y mujeres fueron divididos en dos grupos, los primeros estaban ubicados a la derecha y las segundas a la izquierda, entre ellos varias rejas limitaban el movimiento y las mismas eran resguardadas por agentes de la paz, al centro un pequeño corredor creado por aquellas vallas era el único camino a tomar. Veinte minutos fueron necesarios para que desde el interior del edificio apareciese la figura de una mujer bella al menos en cuanto a facciones, hacía años que se había erradicado la grotesca imagen de una representante deformada, aunque claro, el colorido simplemente se mantenía, esta mujer, cuyo cabello era de un tinte morado muy llamativo y cuyo maquillaje era de un color carmesí muy penetrante, se mostraba alegre y vivaz, acercándose a un micrófono dando una ojeada a todos los presentes y enviándoles una sonrisa maliciosa.
No dijo palabra alguna, pues el vídeo típico comenzó a proyectarse en una enorme pantalla colocada sobre el edificio de justicia, en este se describían los años oscuros, las rebeliones sufridas y posteriormente la instauración de la realeza, así como un mensaje extra debido a los centésimos juegos, cuando hubo terminado solo había silencio. La mujer carraspeo y con voz chillona remarcando un acento capitolino menciono -¡Bienvenidos a las cosechas de los centésimos juegos del hambre!- elevo ambos brazos emocionada y posteriormente prosiguió -¡Ahora, ya todos saben el móvil de este evento!, ¿verdad?- lanzo una risilla por demás absurda -¡Sacare el nombre de una chica y un chico!- señalo la urna cristalina donde las papeletas se mantenían estáticas -¡Ellos representaran a su distrito y serán enviados al capitolio, así que mucha suerte a todos!- indago con su mano en la urna sacando el primer nombre perteneciente a la mujer -¡La tributo femenina es...! - y tras ello, esperando a que dicha chica fuera conducida al escenario y dijese su edad, saco la segunda papeleta -¡El tributo masculino es Aidan G. Kendrick- el proceso se repitió, una vez finalizado se tenían ya ambos tributos dando paso a hacer la la pregunta que siempre espera todo tributo ansioso de tener la dicha de poder presentarse para estos juegos del hambre. - ¿Algún voluntario? - Todos los presentes se miraban unos a otros hasta que una voz interrumpió el murmullo, una chica se presentaba voluntaria y sin más fue escoltado al escenario donde su nombre resonó entre los presentes -Electra M. Tesla, voluntario para el distrito 2. - quienes fueron escoltados al interior del edificio donde tendrían derecho a una pequeña despedida.
-¡Que la suerte este siempre de vuestra parte!- comento la señorita dándose media vuelta y alejándose de aquel escenario hasta perderse junto con los tributos en el edificio de justicia, apenas sucedió esto los agentes de la paz ordenaron a que la gente desalojara el lugar, poco a poco la plaza quedo nuevamente vacía y aunque la gran mayoría estaba a salvo por otro año, dos de los jóvenes ahora se encontraban en sus últimos momentos dentro de su distrito, probablemente la última vez que se verían con vida con sus seres queridos, los juegos acababan de iniciar.
~REGLAS ~
- Este es un tema de post único, en dicho post se debe describir desde su llegada hasta la selección. Esta regla solo puede ser rota por los tributos, ellos tienen permitido hasta un máximo de 2 post [uno donde son elegidos, el siguiente donde están en el escenario y son dirigidos al edificio de justicia].
- Todos los demás pueden postear en este tema [ciudadanos comunes e incluso capitolinos que asistan a la cosecha para ver, así como mentores].
- Los tributos tienen derecho a un post de “despedida”, dicho post debe ser en el edificio de justicia y puede ser de post único [post donde se inventa la despedida] o si tienen familia hacerlo como tema Flash Back.
- A partir de este momento todos los temas de los tributos ajenos a los juegos son considerados Flash Back.
- Los tributos deben tener un avatar obligatorio, si no se tiene se puede pedir uno en la zona gráfica.
- Los tributos que no posteen en esta zona igualmente serán respetados, pero si un tributo no tiene actividad antes de los entrenamientos será considerado inactivo y tomado como NPC.
- Los NPC serán manejados por la administración.
Este tema estará abierto hasta el día 26 de Junio.
Hecha por One Hundred Games para uso exclusivo de OHG.
Re: Cosechas Distrito 3
Toda la noche la castaña no podía dormir. Y era obvio, porque al día siguiente iba a ser las Cosechas para los Juegos del Hambre Número 100. La chica dió vueltas y vueltas en su cama mientras que su hermana mayor, con la que compartía su habitación se quejaba. Pero la chica no podía parar. Cada noche, desde que su hermano Gizmo murió, tiene pesadillas. Y esas pesadillas eran el de su hermano Gizmo recibiendo una herida fatal en el corazón, a su otro hermano Tecno recibiendo la otra herida fatal en la Cornucopia en el brazo izquierdo y lo peor de su pesadillas, a Scott, a su amado y su único amor recibiendo una herida en su cabeza mientras que un tributo profesional degollaba su cabeza. Todos esos malditos recuerdos, de los Juegos de Hambre anteriores, y en los cuales ha perdido varias cosas valiosas no la han dejado consolidar su sueño. Fue entonces que escuchó la voz de su madre llamándola como todas las mañanas a levantarse, y al hacerlo Electra se levantó de un susto.
Luego de despertarse vió en su cama un vestido muy hermoso. Era de un rosa pálido con volantes muy precioso, y junto a su vestido había unas zapatillas plateadas que hacían conjunto con el vestido. Ele se quedó maravillada con el mismo, sus padres se esmeraban a vestirlos muy bien a toda su familia pese a que en los días de cosecha significaban días de firmar tu sentencia de muerte. La chica les sonrió al verlos, pero al verlos vió que ellos estaban llorando y sonriendo a la vez. Tanto sufrimiento que hubo en ésta familia los hizo a todos los mienbros muy tristes. La chica tomó el vestido, luego se baño en una tina de baño, luego se pasó la secadora para secarse el pelo y luego plancha de pelo en su cabello castaño, y al final se puso el vestido rosado. Cuando su madre otra vez la miró sonrió y luego lloró amargadamente. La mujer castaña, de espejuelos cuadrados y sonrisa triste musitó.-Hija, te vez muy linda. Te pareces a mi y a tu difunta tía. Oh y estoy llorando porque tengo un...- entonces Ele pudo comprender a su madre y su sufrimiento. No quería perder otro hijo mas. Tuvo suerte con Alpha, pero tenía un mal presentimiento con Electra. -Mami, yo voy a estar bien, lo estaré. Y si salgo elegida ganaré por vos, por papi, mis padrinos, por Alpha y Volt, y mis hermanos, primos y amigos muertos. Seré valiente mami.- dijo la chica y le dió un beso en la mejilla de su madre. Fue entonces que toda la familia desayunaron primero unas tostadas francesas con huevos vueltos y beicón, mientras que como bebidas había limonada, agua, café y té, luego lavaron los trastes y recogieron las camas y finalmente salieron para la cosecha.
La familia llegó finalmente a su destino. Y mientras que Electra y su primo Volt se fueron a tomarse la sangre para la identificación y luego a sus posiciones, los padres y la hermana mayor de Electra se pusieron en el lugar de los familiares. Entonces una capitalina con pelo verde y una sonrisa pícara hizo lo mismo de siempre de todos los años cada vez que había una cosecha. Desde presentar una película del por qué de los juegos hasta su frase de bienvenida. Era para Ele algo terrible esa escena. Fue entonces que por fin la señorita capitalina iba a sacar los nombres de los tributos.Jugó con los papelitos de la úrna por varios segundos, hasta que finalmente sacó un papelito rosado. Fue entonces que llamó a la tributo mujer. -Lily Dawson.- gritó la señora. Fue ahí que una pequeña de unos doce años, de pelo liso color castaño oscuro, piel pálida y ojos azules salió entre las niñas de doce llorando. Entonces Ele la reconoció inmediatamente. Era la ahijada de su mamá. Y a pesar de que las chicas no compartían la sangre, se querían como hermanitas. Lily, tan frágil, tan pequeña, tan inocente y tierna con su falda de cuadraditos amarillos y su listón, no quería verla morir, ni siquiera iba a durar un solo día.Ele al ver a la chica varios sentimientos le recorrieron en su mente; desde tristeza, sufrimiento y dolor por Lily, hasta coraje, rabia y furia por el Capitolio. Y a pesar de que no quería irle en contra del Capitolio, Electra no soportaba que chicos y chicas de su edad y hasta mas chicos vayan a un matadero para entretener a los Capitalinos, le daba eso asco.
Fue entonces que cuando la capitalina dijo alguna voluntaria, Ele corrió y gritó a todo pulmón, mientras que unas lágrimas gruesas surcaban sus rosadas mejillas. -¡Por favor no se la lleven, no se la lleven! ¡Me ofrezco como voluntaria, me ofrezco!- fue entonces que todo el Distrito Tres la vió al hacerlo sorprendidos, nadie solía ofrecerse como voluntario en su distrito. Todos se quedaron con la boca abierta. Electra Marie Tesla, la chiquilla hiperactiva y atlética, con un gran sentido del humor, la que solía sonreirle a todos mientras corría por las calles en las mañanas, la que solía ayudar en los talleres de electrónicos, la tercera hija de los Tesla, una de las más populares del colegio, pero sobre todo una chicas mas queridas en el distrito tres y llena de vida, llorando y sacrificando sus sueños, sus anhelos de ser ingeniera de electrónicos, su simpatía y alegría por irse a los brazos de la muerte. Fue en esos momentos que todo el pueblo se quedó callado mientras que la joven, era guiada por Zack Brandon y Robert Walters, que eran los dos jefes de los Agentes de Paz. Después de eso, miró a los dos agentes de paz con algunas lágrimas, pero con mucho respeto y firmeza, después se secó las lágrimas y se acercó a la capitalina. Luego de eso Ely miró desde el escenario de madera las reacciones de todas las personas que eran de su distrito. Sus padres y su hermana estaban llorando amargadamente mientras que ellos gimoteaban un por qué que se escuchaba en el escenario y mientras que algunos vecinos le estaban dándole las condolencias, lo cual era raro puesto a que la chica aún no estaba muerta, pero una vez elegido para los Juegos ese es tu destino. Luego miró a Kat y Alice, sus mejores amigas, o como a ellas las consideraban las tres mosqueteras. Ambas estaban abrazadas consolándose y llorando con mas amargura que sus padres, tanto así que a Ely se le escapaban algunas lagrimas,pero tenía que se fuerte. Después estaba sus Patrick y Audrey Newton, los papás de su difunto novio Scott Newton. Fue muy doloroso perder a su único hijo en los Juegos Número 98, y mas doloroso sería perder a la que era su futura yerna, o debería de decir ex-yerna. Los señores Newton contemplaron a Electra y ella les regalo una sonrisa, indicándoles que todo estará bien. Luego Ely vio a tantos y tantos rostros conocidos llorando u callados, que se sintió muy triste, pero tenía que ser fuerte, tenía que ser la chica llena de vida como siempre, y así hizo. Alzó una mano saludando al distrito y sonrió.
-Bien señorita, ¿cuál es su nombre y edad?- preguntó la capitalina. Entonces todas las miradas se posaron en el rostro de Ely. La capitalina le dió el micrófono y Ely respiró antes de contestar. -Electra Marie Tesla, y tengo 17 años.- dijo Ele mientras apretaba los dientes y contemplaba el público. Fue entonces que la capitalina volvió a tomar el micrófono mientras que Ely era presentada como voluntaria. -Electra M. Tesla, un aplauso para su tributo femenino del Distrito Tres.- gritó la capitalina y todos aplaudieron sin ganas, aunque Ely sabía el por qué, y es por el dolor de ver a un chico de su distrito en camino al valle de la muerte. Fue entonces que la chica volvió a mirar a sus padres llorando otra vez amargadamente. No querían que otro hijo muriera. Pero tenía que hacerlo, por sus hermanos, amigos, primos y novio muerto, pero sobre todo por la pequeña Lily, que tenía mucho por el qué vivir. Y si a Ely le tocaba morir en los Juegos era su destino. Ella sabría que cuando muera Dios la volverá con las personas que mas ama, y que cuando sus viejos mueran, también se reunirán con ella. Pero sobre todo Ely se sentirá feliz por sacrificar su vida por la gente que ama, cueste lo que cueste. Daría su vida y juventud por ello. Tanto pensar y tanto mirar a su familia, amigos y demás habitantes de pueblo, que la chica no se dio cuenta que la capitalina volvió a hablar. Entonces la mujer sacó un papel de la tómbola de los chicos. "Oh por favor que no sea Volt, por favor, por favor." pensaba mientras que apretaba sus labios pensando en su primo, el cual no quería arriesgarse en enfrentarse a él y mientras que la capitalina seguía jugando con los papeles color azul claro. Entonces sacó un papelito y llamaron al tributo hombre. Era Aidan, el chico que conoció en la feria de Vasaje. Le caía bien él, no quería asesinarlo ni lo hará en los juegos, así que tenía que protegerlo a toda costa, aunque sintió un poco de alivio de que no fuera su primo Volt el tributo, lo cual sería muchísimo más horrible; pero en fin tenía la chica que trabajar para sacarlo vivo a él por supuesto. Él es un gran chico, y no soportaría verlo morir.
Luego de estrecharse las manos los dos se fueron al Edificio de Justicia. Y ahí la familia de Electra,sus ex-suegros, Kat y Alice y Lily, la pequeña a al que le salvó de una muerte segura, entraron en el lugar donde estaba. Sus padres, su primo Volt y su hermana Alpha aún estaban llorando amargadamente mientras que ellos trataban de hablar. -Hija, solo queremos que salgas de los Juegos viva. Por favor piensa en nosotros mientras compitas. Sabemos que eres muy valiente y decidida. Hija lo lograrás.- le dijo su padre llorando mientras que Alpha se acercaba a su hermana.-Toma hermanita, para que recuerdes tu Distrito.- dijo mientras que las lágrimas caían sobre su rostro y le entregaba una especie de cadenita con un relámpago y un celular de metal. Entonces su primo Volt le dió un beso en su mejilla llorando y su madre no paraba de abrazarla. Luego Patrick Newton le preguntó el por qué se ofreció, reclamándole que debió de pensar en su difunto hijo y ex- novio de Ely. -Señor Newton, lo hice por la gente que amo, pero sobre todo por la pequeña Lily y por su hijo. Aún lo amo, y si él estuviese vivo él también se sacrificaría por mi. En verdad lo siento. dijo Ely llorano mientras que su ex-suegra lloró y la abrazó. -Si Ely, Scott hubiera hecho lo mismo. Pero debes luchar allí. Por favor vuelve con vida pequeña.- dijo y le dio un beso en la mejilla. Luego ambas se abrazaron y luego los señores Newton se despidieron con la mano.Luego Kat y Alice le dieron un abrazo a su tercera mosquetera y le dieron un brazalete con el mensaje que decía amigas para siempre. -¡Es para que nos recuerdes amiga mosquetera! Por favor gana por nosotras amiga, cuidate.- gritaron alegremente las dos chicas y les dieron palmaditas de buena suerte, y salieron. Finalmente Lily, con su voz dulce y de niña pequeña agradeció a Ele por salvarla. -Gracias Ely, eres muy buena.- dijo la pelinegra. Fue entonces que un agente de paz gritó que se acabó el tiempo y Lily y su familia se alejaron de la castaña. Luego de esa despedida se fue con un agente de paz, junto a Aidan de camino al tren que los llevaría a una muerte segura.
Luego de despertarse vió en su cama un vestido muy hermoso. Era de un rosa pálido con volantes muy precioso, y junto a su vestido había unas zapatillas plateadas que hacían conjunto con el vestido. Ele se quedó maravillada con el mismo, sus padres se esmeraban a vestirlos muy bien a toda su familia pese a que en los días de cosecha significaban días de firmar tu sentencia de muerte. La chica les sonrió al verlos, pero al verlos vió que ellos estaban llorando y sonriendo a la vez. Tanto sufrimiento que hubo en ésta familia los hizo a todos los mienbros muy tristes. La chica tomó el vestido, luego se baño en una tina de baño, luego se pasó la secadora para secarse el pelo y luego plancha de pelo en su cabello castaño, y al final se puso el vestido rosado. Cuando su madre otra vez la miró sonrió y luego lloró amargadamente. La mujer castaña, de espejuelos cuadrados y sonrisa triste musitó.-Hija, te vez muy linda. Te pareces a mi y a tu difunta tía. Oh y estoy llorando porque tengo un...- entonces Ele pudo comprender a su madre y su sufrimiento. No quería perder otro hijo mas. Tuvo suerte con Alpha, pero tenía un mal presentimiento con Electra. -Mami, yo voy a estar bien, lo estaré. Y si salgo elegida ganaré por vos, por papi, mis padrinos, por Alpha y Volt, y mis hermanos, primos y amigos muertos. Seré valiente mami.- dijo la chica y le dió un beso en la mejilla de su madre. Fue entonces que toda la familia desayunaron primero unas tostadas francesas con huevos vueltos y beicón, mientras que como bebidas había limonada, agua, café y té, luego lavaron los trastes y recogieron las camas y finalmente salieron para la cosecha.
La familia llegó finalmente a su destino. Y mientras que Electra y su primo Volt se fueron a tomarse la sangre para la identificación y luego a sus posiciones, los padres y la hermana mayor de Electra se pusieron en el lugar de los familiares. Entonces una capitalina con pelo verde y una sonrisa pícara hizo lo mismo de siempre de todos los años cada vez que había una cosecha. Desde presentar una película del por qué de los juegos hasta su frase de bienvenida. Era para Ele algo terrible esa escena. Fue entonces que por fin la señorita capitalina iba a sacar los nombres de los tributos.Jugó con los papelitos de la úrna por varios segundos, hasta que finalmente sacó un papelito rosado. Fue entonces que llamó a la tributo mujer. -Lily Dawson.- gritó la señora. Fue ahí que una pequeña de unos doce años, de pelo liso color castaño oscuro, piel pálida y ojos azules salió entre las niñas de doce llorando. Entonces Ele la reconoció inmediatamente. Era la ahijada de su mamá. Y a pesar de que las chicas no compartían la sangre, se querían como hermanitas. Lily, tan frágil, tan pequeña, tan inocente y tierna con su falda de cuadraditos amarillos y su listón, no quería verla morir, ni siquiera iba a durar un solo día.Ele al ver a la chica varios sentimientos le recorrieron en su mente; desde tristeza, sufrimiento y dolor por Lily, hasta coraje, rabia y furia por el Capitolio. Y a pesar de que no quería irle en contra del Capitolio, Electra no soportaba que chicos y chicas de su edad y hasta mas chicos vayan a un matadero para entretener a los Capitalinos, le daba eso asco.
Fue entonces que cuando la capitalina dijo alguna voluntaria, Ele corrió y gritó a todo pulmón, mientras que unas lágrimas gruesas surcaban sus rosadas mejillas. -¡Por favor no se la lleven, no se la lleven! ¡Me ofrezco como voluntaria, me ofrezco!- fue entonces que todo el Distrito Tres la vió al hacerlo sorprendidos, nadie solía ofrecerse como voluntario en su distrito. Todos se quedaron con la boca abierta. Electra Marie Tesla, la chiquilla hiperactiva y atlética, con un gran sentido del humor, la que solía sonreirle a todos mientras corría por las calles en las mañanas, la que solía ayudar en los talleres de electrónicos, la tercera hija de los Tesla, una de las más populares del colegio, pero sobre todo una chicas mas queridas en el distrito tres y llena de vida, llorando y sacrificando sus sueños, sus anhelos de ser ingeniera de electrónicos, su simpatía y alegría por irse a los brazos de la muerte. Fue en esos momentos que todo el pueblo se quedó callado mientras que la joven, era guiada por Zack Brandon y Robert Walters, que eran los dos jefes de los Agentes de Paz. Después de eso, miró a los dos agentes de paz con algunas lágrimas, pero con mucho respeto y firmeza, después se secó las lágrimas y se acercó a la capitalina. Luego de eso Ely miró desde el escenario de madera las reacciones de todas las personas que eran de su distrito. Sus padres y su hermana estaban llorando amargadamente mientras que ellos gimoteaban un por qué que se escuchaba en el escenario y mientras que algunos vecinos le estaban dándole las condolencias, lo cual era raro puesto a que la chica aún no estaba muerta, pero una vez elegido para los Juegos ese es tu destino. Luego miró a Kat y Alice, sus mejores amigas, o como a ellas las consideraban las tres mosqueteras. Ambas estaban abrazadas consolándose y llorando con mas amargura que sus padres, tanto así que a Ely se le escapaban algunas lagrimas,pero tenía que se fuerte. Después estaba sus Patrick y Audrey Newton, los papás de su difunto novio Scott Newton. Fue muy doloroso perder a su único hijo en los Juegos Número 98, y mas doloroso sería perder a la que era su futura yerna, o debería de decir ex-yerna. Los señores Newton contemplaron a Electra y ella les regalo una sonrisa, indicándoles que todo estará bien. Luego Ely vio a tantos y tantos rostros conocidos llorando u callados, que se sintió muy triste, pero tenía que ser fuerte, tenía que ser la chica llena de vida como siempre, y así hizo. Alzó una mano saludando al distrito y sonrió.
-Bien señorita, ¿cuál es su nombre y edad?- preguntó la capitalina. Entonces todas las miradas se posaron en el rostro de Ely. La capitalina le dió el micrófono y Ely respiró antes de contestar. -Electra Marie Tesla, y tengo 17 años.- dijo Ele mientras apretaba los dientes y contemplaba el público. Fue entonces que la capitalina volvió a tomar el micrófono mientras que Ely era presentada como voluntaria. -Electra M. Tesla, un aplauso para su tributo femenino del Distrito Tres.- gritó la capitalina y todos aplaudieron sin ganas, aunque Ely sabía el por qué, y es por el dolor de ver a un chico de su distrito en camino al valle de la muerte. Fue entonces que la chica volvió a mirar a sus padres llorando otra vez amargadamente. No querían que otro hijo muriera. Pero tenía que hacerlo, por sus hermanos, amigos, primos y novio muerto, pero sobre todo por la pequeña Lily, que tenía mucho por el qué vivir. Y si a Ely le tocaba morir en los Juegos era su destino. Ella sabría que cuando muera Dios la volverá con las personas que mas ama, y que cuando sus viejos mueran, también se reunirán con ella. Pero sobre todo Ely se sentirá feliz por sacrificar su vida por la gente que ama, cueste lo que cueste. Daría su vida y juventud por ello. Tanto pensar y tanto mirar a su familia, amigos y demás habitantes de pueblo, que la chica no se dio cuenta que la capitalina volvió a hablar. Entonces la mujer sacó un papel de la tómbola de los chicos. "Oh por favor que no sea Volt, por favor, por favor." pensaba mientras que apretaba sus labios pensando en su primo, el cual no quería arriesgarse en enfrentarse a él y mientras que la capitalina seguía jugando con los papeles color azul claro. Entonces sacó un papelito y llamaron al tributo hombre. Era Aidan, el chico que conoció en la feria de Vasaje. Le caía bien él, no quería asesinarlo ni lo hará en los juegos, así que tenía que protegerlo a toda costa, aunque sintió un poco de alivio de que no fuera su primo Volt el tributo, lo cual sería muchísimo más horrible; pero en fin tenía la chica que trabajar para sacarlo vivo a él por supuesto. Él es un gran chico, y no soportaría verlo morir.
Luego de estrecharse las manos los dos se fueron al Edificio de Justicia. Y ahí la familia de Electra,sus ex-suegros, Kat y Alice y Lily, la pequeña a al que le salvó de una muerte segura, entraron en el lugar donde estaba. Sus padres, su primo Volt y su hermana Alpha aún estaban llorando amargadamente mientras que ellos trataban de hablar. -Hija, solo queremos que salgas de los Juegos viva. Por favor piensa en nosotros mientras compitas. Sabemos que eres muy valiente y decidida. Hija lo lograrás.- le dijo su padre llorando mientras que Alpha se acercaba a su hermana.-Toma hermanita, para que recuerdes tu Distrito.- dijo mientras que las lágrimas caían sobre su rostro y le entregaba una especie de cadenita con un relámpago y un celular de metal. Entonces su primo Volt le dió un beso en su mejilla llorando y su madre no paraba de abrazarla. Luego Patrick Newton le preguntó el por qué se ofreció, reclamándole que debió de pensar en su difunto hijo y ex- novio de Ely. -Señor Newton, lo hice por la gente que amo, pero sobre todo por la pequeña Lily y por su hijo. Aún lo amo, y si él estuviese vivo él también se sacrificaría por mi. En verdad lo siento. dijo Ely llorano mientras que su ex-suegra lloró y la abrazó. -Si Ely, Scott hubiera hecho lo mismo. Pero debes luchar allí. Por favor vuelve con vida pequeña.- dijo y le dio un beso en la mejilla. Luego ambas se abrazaron y luego los señores Newton se despidieron con la mano.Luego Kat y Alice le dieron un abrazo a su tercera mosquetera y le dieron un brazalete con el mensaje que decía amigas para siempre. -¡Es para que nos recuerdes amiga mosquetera! Por favor gana por nosotras amiga, cuidate.- gritaron alegremente las dos chicas y les dieron palmaditas de buena suerte, y salieron. Finalmente Lily, con su voz dulce y de niña pequeña agradeció a Ele por salvarla. -Gracias Ely, eres muy buena.- dijo la pelinegra. Fue entonces que un agente de paz gritó que se acabó el tiempo y Lily y su familia se alejaron de la castaña. Luego de esa despedida se fue con un agente de paz, junto a Aidan de camino al tren que los llevaría a una muerte segura.
Última edición por Electra M. Tesla el Miér Jun 26, 2013 9:53 pm, editado 13 veces
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Re: Cosechas Distrito 3
Mis intentos por dormir se vieron inutilizados desde el instante en que mi cabeza había tocado la almohada, era obvio que eso sucediera, ya que cada hora que pasaba me acercaba al inminente día de la cosecha en mi distrito. Atrás había quedado el bello festival, en el que había conocido personas interesantes quienes por un momento me habían hecho olvidar ese destino que me esperaba a mí y muchos de ellos. Aun pensando en ellos y en su posible fortuna, me di cuenta que el sueño no me alcanzaría esa noche, por lo que decidí recurrir a la lectura de un viejo libro, el más valioso para mí y que había leído ya muchas veces, era de mitología, un libro muy antiguo con historias sobre héroes, dioses y criaturas por demás fantásticas que mi madre me había leído en mis primeros años de vida antes de que la enfermedad le aquejara. Me dejé llevar por esas fascinantes historias durante toda la noche, no era un libro muy extenso por lo que cuando menos me di cuenta ya lo había terminado, justo en el momento en que el sol comenzaba a salir. Entonces mi padre tocó la puerta. –Aidan saldremos en una hora ¿está bien?- Escuché su voz algo sombría, casi como un murmullo. Eso era lo que más me inquietaba, mi padre, sabía que era fuerte, pero era yo la única familia que le quedaba, y en realidad el temor de dejarlo solo me aturdía enormemente.
La cosecha era una ocasión “especial” y todos se ponían sus mejores ropas para ello, yo no tenía algo que considerar “mejores ropas” ya que la ropa solo era eso para mí, ropa. Así que después de darme un baño, tomé lo que consideré apropiado: un pantalón de gabardina negro, camisa de botones a cuadros azul, zapatos negros. No hice nada más en especial en mi cabello o en mi cara y solo me puse mis anteojos. Justo antes de salir, ordené mi cuarto, cerré el libro que había leído durante la noche y lo guardé bajo mi almohada. Entonces saqué una fotografía de mi familia que tenía en un pequeño marco, miré a los ojos la imagen e mi madre y la guardé en el bolsillo izquierdo de la camisa.
Mi padre me esperaba en la cocina, tomaba una taza de café mientras que en un asiento en la mesa había un vaso de leche y una pequeña pila de hot-cakes, eran mis favoritos. Sonreí y comencé a comer, saboreaba cada bocado como si nunca los hubiera comido antes… o como si nunca los fuera a volver a comer. Mi padre me miraba, parecía no atreverse a decir nada, en su mirada seguía el miedo que era lo que lo mantenía en silencio. –Gracias papá. – Dije poniéndome de pie y recogiendo los trastes que había utilizado, miré el reloj, era hora de salir. –Vayamos entonces. – Caminé hacia la puerta, mi padre tras de mí.
Al llegar al edificio de justicia, estaba dispuesto a separarme de mi padre e ir a la zona de registro cuando tomó mi mano y jalándome hacia él me abrazó con fuerza. Me sentí confundido por un instante y después respondí con la misma fuerza. Cuando me soltó pude ver su mirada enrojecida, brillante, temerosa. –Estaré bien, te veo en rato. – Sonreí y me dirigí ahora sí a la zona de registro. Cumplido el protocolo de la muestra de sangre, la separación entre chicos y chicas, la presentación de la mujer capitolina y ese video que ya veía por tercera vez, comenzó lo que era importante en ese día.
Primero fue el turno del tributo femenino, quien fue una pequeña, a quien había visto en la escuela algunas veces, la miré con un gesto de horror; era muy chica para estar en esa arena, aun con más razón siendo que en este año sería tan cruel, no me percataba de mis propias probabilidades y me angustiaba el futuro de esa niña cuando entonces alguien se ofreció voluntario para sustituirla. Era Ele, la chica que había conocido en el festival, la miré como se dirigía al escenario, en una mezcla de admiración y tristeza, una chica tan valiente… no me parecía justo que tuviera ese destino.
Entonces fue el turno del tributo masculino, así que dirigí mi mano al bolsillo donde tenía la fotografía, cerré los ojos y con los oídos atentos, escuché. “Aidan G. Kendrick” ese nombre que resonó con fuerza por todo el espacio. Abrí los ojos lentamente, miré a mi alrededor, me sentía pequeño, con miedo… caminé como pude ya que mis piernas me temblaban, al llegar al pasillo que separaba a los hombres de las mujeres me detuve un segundo y miré hacia atrás, donde estaba mi padre. Tenía los ojos abiertos en una expresión de asombro abrumó, de sus ojos salían lágrimas una tras otra pero su rostro permanecía inmóvil; llamaron mi nombre nuevamente, al parecer me había quedado paralizado más tiempo de lo que había pensado, me di la vuelta y corrí hacia el escenario. Donde nos presentaron a Electra y a mí como los tributos oficiales del distrito 3 para los centésimos juegos del hambre.
Terminando la ceremonia, ambos fuimos conducidos al interior del edificio de justicia donde nos separaron en dos diferentes cuartos. Esperé un momento solo aun tratando de comprender la situación en la que estaba, respiraba con dificultad cuando entro mi padre abriendo la puerta de golpe y me tomó en sus brazos nuevamente. –Tranquilizate Aidan. –Me soltó y me miró a los ojos.-¡Prométeme que serás inteligente, no te metas en peleas que no puedas ganar, no te arriesgues por favor!- Hablaba con vehemencia sin apartar su mirada de la mía. – Piensa en volver, recuerda a tu madre cuando estés allá, que ella sea tu fuerza… solo regresa. – Continuó ya más tranquilo, me besó la frente y me abrazó nuevamente, esta vez con más ternura. No recordaba ese tipo de abrazos desde el día que había muerto mamá. –No te preocupes papá, regresaré, te lo prometo. – Sentía un nudo en la garganta pero no quería que se preocupara más así que decidí no llorar en su presencia. Entonces un agente de la paz llegó y le ordenó a mi padre que saliera, él obedeció sin oponer resistencia –Cuídate. – Fue lo último que dijo antes de salir y que cerraran la puerta. Y solo a mi padre era la persona a quien podría esperar ver, mi única familia. Me senté en una silla que estaba en la habitación, saqué la fotografía de mi bolsillo, y cuando menos me di cuenta mis anteojos se veían empañados y mis ojos escocían. Me quité los anteojos los limpié con la manga de mi camisa, la cual de igual forma pasé por mis ojos y esperé en silencio a ser llamado. Así minutos más tarde un agente de la paz me dirigió junto con Ele al tren que nos dirigiría al origen de todo ese sufrimiento, íbamos al Capitolio.
La cosecha era una ocasión “especial” y todos se ponían sus mejores ropas para ello, yo no tenía algo que considerar “mejores ropas” ya que la ropa solo era eso para mí, ropa. Así que después de darme un baño, tomé lo que consideré apropiado: un pantalón de gabardina negro, camisa de botones a cuadros azul, zapatos negros. No hice nada más en especial en mi cabello o en mi cara y solo me puse mis anteojos. Justo antes de salir, ordené mi cuarto, cerré el libro que había leído durante la noche y lo guardé bajo mi almohada. Entonces saqué una fotografía de mi familia que tenía en un pequeño marco, miré a los ojos la imagen e mi madre y la guardé en el bolsillo izquierdo de la camisa.
Mi padre me esperaba en la cocina, tomaba una taza de café mientras que en un asiento en la mesa había un vaso de leche y una pequeña pila de hot-cakes, eran mis favoritos. Sonreí y comencé a comer, saboreaba cada bocado como si nunca los hubiera comido antes… o como si nunca los fuera a volver a comer. Mi padre me miraba, parecía no atreverse a decir nada, en su mirada seguía el miedo que era lo que lo mantenía en silencio. –Gracias papá. – Dije poniéndome de pie y recogiendo los trastes que había utilizado, miré el reloj, era hora de salir. –Vayamos entonces. – Caminé hacia la puerta, mi padre tras de mí.
Al llegar al edificio de justicia, estaba dispuesto a separarme de mi padre e ir a la zona de registro cuando tomó mi mano y jalándome hacia él me abrazó con fuerza. Me sentí confundido por un instante y después respondí con la misma fuerza. Cuando me soltó pude ver su mirada enrojecida, brillante, temerosa. –Estaré bien, te veo en rato. – Sonreí y me dirigí ahora sí a la zona de registro. Cumplido el protocolo de la muestra de sangre, la separación entre chicos y chicas, la presentación de la mujer capitolina y ese video que ya veía por tercera vez, comenzó lo que era importante en ese día.
Primero fue el turno del tributo femenino, quien fue una pequeña, a quien había visto en la escuela algunas veces, la miré con un gesto de horror; era muy chica para estar en esa arena, aun con más razón siendo que en este año sería tan cruel, no me percataba de mis propias probabilidades y me angustiaba el futuro de esa niña cuando entonces alguien se ofreció voluntario para sustituirla. Era Ele, la chica que había conocido en el festival, la miré como se dirigía al escenario, en una mezcla de admiración y tristeza, una chica tan valiente… no me parecía justo que tuviera ese destino.
Entonces fue el turno del tributo masculino, así que dirigí mi mano al bolsillo donde tenía la fotografía, cerré los ojos y con los oídos atentos, escuché. “Aidan G. Kendrick” ese nombre que resonó con fuerza por todo el espacio. Abrí los ojos lentamente, miré a mi alrededor, me sentía pequeño, con miedo… caminé como pude ya que mis piernas me temblaban, al llegar al pasillo que separaba a los hombres de las mujeres me detuve un segundo y miré hacia atrás, donde estaba mi padre. Tenía los ojos abiertos en una expresión de asombro abrumó, de sus ojos salían lágrimas una tras otra pero su rostro permanecía inmóvil; llamaron mi nombre nuevamente, al parecer me había quedado paralizado más tiempo de lo que había pensado, me di la vuelta y corrí hacia el escenario. Donde nos presentaron a Electra y a mí como los tributos oficiales del distrito 3 para los centésimos juegos del hambre.
Terminando la ceremonia, ambos fuimos conducidos al interior del edificio de justicia donde nos separaron en dos diferentes cuartos. Esperé un momento solo aun tratando de comprender la situación en la que estaba, respiraba con dificultad cuando entro mi padre abriendo la puerta de golpe y me tomó en sus brazos nuevamente. –Tranquilizate Aidan. –Me soltó y me miró a los ojos.-¡Prométeme que serás inteligente, no te metas en peleas que no puedas ganar, no te arriesgues por favor!- Hablaba con vehemencia sin apartar su mirada de la mía. – Piensa en volver, recuerda a tu madre cuando estés allá, que ella sea tu fuerza… solo regresa. – Continuó ya más tranquilo, me besó la frente y me abrazó nuevamente, esta vez con más ternura. No recordaba ese tipo de abrazos desde el día que había muerto mamá. –No te preocupes papá, regresaré, te lo prometo. – Sentía un nudo en la garganta pero no quería que se preocupara más así que decidí no llorar en su presencia. Entonces un agente de la paz llegó y le ordenó a mi padre que saliera, él obedeció sin oponer resistencia –Cuídate. – Fue lo último que dijo antes de salir y que cerraran la puerta. Y solo a mi padre era la persona a quien podría esperar ver, mi única familia. Me senté en una silla que estaba en la habitación, saqué la fotografía de mi bolsillo, y cuando menos me di cuenta mis anteojos se veían empañados y mis ojos escocían. Me quité los anteojos los limpié con la manga de mi camisa, la cual de igual forma pasé por mis ojos y esperé en silencio a ser llamado. Así minutos más tarde un agente de la paz me dirigió junto con Ele al tren que nos dirigiría al origen de todo ese sufrimiento, íbamos al Capitolio.
Aidan G. Kendrick- Tributo
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