Solo un poco de diversión Nahla Kluber

Bueno, al parecer me he encontrado a un chico que tiene los mismos aires competitivos que yo. Pero no puedo engañar a nadie, puede que él tenga los ánimos suficientes como para intentar vencerme en los juegos, pero ese sería un sueño difícil de cumplir. Esto no se iba a terminar hasta que Eden admitiese su derrota de una buena vez por todas, aunque admito que personas con su espíritu de competitividad no se veían todos los días.

Tuve que fingir una sonrisa cuando me dijo que observara y aprendiera — No creo que vayas a obtener un mejor resultado que el mío. Hasta te podría apostar una malteada a que fallarás todos los tiros — intenté desanimarlo, ¡él tenía que perder! Y claro que no me quedaría con los brazos cruzados para lograrlo.

Lo miré cuando comenzó sus tiros, y me solté a reír cuando vi que había fallado el primero — Eso sólo significa que vas a fallar los otros — dije en tono de voz cantarino. Mas grande fue mi sorpresa al ver que de todos los tiros, había encestado tres de ellos y dos los había fallado... lo mismo que a mi me había ocurrido — [Color?Crimson]¿Qué? ¡Tienes que estar de broma! ¡Hiciste trampa![/color] — no habría oportunidad de hacer trampa, y menos en juegos como estos pero me niego rotundamente a aceptar el resultado que teníamos frente a nosotros. El encargado sólo nos miró con una expresión extraña pero que más daba, él no comprendía lo que estaba pasando.

— Claro que tengo una idea... sólo admite que has perdido, que soy mejor y así el trato estará cerrado — sé que jamás aceptará mi propuesta pero por lo menos lo había intentado — Venga, veamos en que podemos seguir con este juego — empecé a caminar de nuevo por el festival y a los pocos minutos señalé uno de los puestos — Disparo a los patos, quien derrumbe más gana, o... — hice la explicación para luego señalar el lado contrario del festival — Subiremos a esa montaña rusa, es una de las más altas del sitio y quien grite más pierde — las volteretas que tenía se veían mortales, pero perfectas para la ocasión.

— Esas son mis propuestas, ahora te toca decidir cual es la que más te gusta — el tiro a los patos se veía interesante, pero sé que si pienso de nuevo en mis hermanos ganaré ese juego con facilidad.

Como bien supuse, él se negaría a aceptar su clara derrota luego de que yo se lo sugiriera — ¿Por qué lo haría? Si bien sabes que soy mucho mejor que tú — si seguíamos con esto, sería cosa de nunca acabar, pues sé que de esta manera tan simple ninguno de los dos aceptaría la derrota para otorgarle al otro la victoria injusta.

Tuve que reírme sarcásticamente cuando dijo lo de la montaña rusa — Te aseguro que no grito por cosas tan tontas como esa, y mucho menos lo haría como loca — puedo aguantar varias cosas y estoy segura que la velocidad con la que iría la montaña rusa no sería la excepción a eso — Bien, entonces que sea a los patos... pero vuelvo a asegurarte de que no hubiese yo gritado en la montaña rusa.

El juego ya estaba elegido, ahora no quedaba de otra más que ir a ese sitio para comenzar. Una vez que llegamos, cada quien tomó la pistola -lo que sea- para prepararnos. Miré a Eden con una sonrisa retadora, estaba segura de que este juego sería completamente mío. Una vez que los patos comenzaban a salir, disparé. Mis primeros tres tiros habían estado impecables, más llegué a fallar el cuarto de ellos — Maldito pato — susurré. ¡Claro que era culpa de ellos y no mía! Intenté no frustrarme mientras seguía disparando, mas volví a fallar el noveno tiro.

— Este es el decisivo... — dije en voz baja, concentrándome en el objetivo que iba de un lado a otro. Si le atinaba, entonces yo sería la ganadora, pero si fallaba... no, me niego a aceptar la derrota.

Justo cuando estaba por dar el tiro perfecto, un niño pequeño pasó a mis espaldas, golpeándome accidentalmente mientras se iba a correr a otro puesto. Fue en ese instante en el que yo disparé... y fallé el último tiro. Quedándome con un acierto de 7 de 10 — No... no puede ser posible... — había perdido, ¡eso era tan injusto! Y ni siquiera había sido por mi culpa, argh, juro que si vuelvo a ver a ese niño en algún otro momento, me la tendrá que pagar...

No dije a nada a Eden, ni siquiera lo miré porque sospecho que en cualquier instante comenzará a reírse de mi pésima suerte.

Hasta ahora, no había dicho palabra alguna sobre el hecho de que perdí por cuestiones que ni siquiera estaban bajo mi control ¿Si me sentía mal por ello? ¡Por supuesto! Sigo pensando que no era nada justo, más tuve que recordar que el karma era el más fiel de mis seguidores y solía aparecerse en los momentos inoportunos. Suspiré, no quiero decir que he perdido abiertamente. Es de las pocas cosas que no otorgo en esta vida.

Escuché que el encargado hablaba a Eden, pues de nosotros dos –que éramos los que competían en aquél instante- él había ganado. Pidió un oso, que yo hasta el momento no había visto. De seguro que se lo daría a una de sus hermanas, o inclusive a su madre.

Me llevé una sorpresa cuando vi que me extendía el oso diciendo que era mío ¿por qué me lo entregaba? Vaya que me había tomado con la guardia baja. Inclusive tardé un poco para tomar el oso entre mis manos. Contemplé el muñeco de peluche, inclusive toqué uno de sus ojos de botón. Era bastante lindo, y el detalle me hizo sonreír — Wow, no sé que decir… pero gracias por el oso, aunque tú te lo merecías — dije, aun con el oso en brazos — Admito que fue un buen juego — creo que gracias a él es que le estaba viendo el lado divertido a este festival. Aunque sé que dicha felicidad me durará poco tiempo teniendo el inicio de los juegos tan cerca…

Pocas veces he tenido la oportunidad de convivir con personas que no sean de los primeros cuatro distritos, pero ahora que veo a Eden, no puedo imaginarme a uno de mis conocidos en la arena de los juegos, y ni siquiera sé que haría si eso sucediera…

Ahora el chico proponía que fuésemos a la montaña rusa que mencioné con anterioridad, aunque fuese solo por diversión y sin otra cosa de por medio — ¿Qué, ahora me dirás que quieres gritar un rato? — le pregunté, levantando una de mis cejas — Vamos a esa montaña rusa, pero procura no gritar tanto, ¿vale? — reí un poco, antes de empezar a correr un poco — ¡Corre Eden! Que sino tendremos que hacer una fila muuuuuy larga — no muchos chicos –por lo que he visto- tienen la oportunidad de montarse a estas cosas de manera tan seguida, pues eran contados los momentos en los que había ferias de este tipo en los distritos.

No niego que mi ego creció un poquito más cuando dijo que yo había sido una buena oponente. Por supuesto que lo era, no iba a permitir que en situaciones como esas las cosas se tomaran a la ligera. Un reto era un reto, aunque el tomarlo o rechazarlo dependía completamente del beneficio o recompensa que trajese a mi persona. — Tus hermanas parecían bastante felices con sus muñecos, tampoco dudo de que vayan a cuidar muy bien de ellos — o al menos eso es lo que yo esperaba que ocurriera.

— Pff, que buen chiste Eden — comenté con sarcasmo — Esa montaña rusa no significa nada. Y yo soy quien debería de estar preocupada por tu salud, no quisiera bajar de esa montaña sin acompañante — dije, y sutilmente me mordí el labio inferior. Estoy casi segura de que gritaré muy poco o nada… gritar al escuchar los truenos en noches tormentosas era completamente diferente.

Hace tiempo que no corría para hacer fila… a menos que se tratasen de ofertas en las tiendas de ropa que suelo frecuentar cada vez que tengo la posibilidad. Pero esta vez lo hacía para no permanecer tanto tiempo en pie, que sé bien que es una pérdida total. Menos mal que cuando llegamos al sitio, había poca gente. Supongo que eso nos haría esperar nada más un turno. Apenas llegamos nosotros, otras personas se formaron a nuestras espaldas para esperar su lugar dentro de la fila

Fui feliz viendo como pobres infelices subían alegres a los carritos y bajaban completamente pálidos. Anda, ¿qué les habría pasado? Intenté no burlarme por eso, pero es que me pregunto por qué las personas suelen subir a bestialidades como estas si bien saben sus temores. Ahora lo importante es que nuestro turno había llegado, Eden me preguntó en donde sería bueno sentarnos — Siempre he pensado que los lugares ideales en este tipo de juegos están en la zona central. Así que hay que sentarnos en un carrito de en medio — señalé el que me parecía correcto, y antes de subir a él, dejé el oso que me había dado en uno de los cubículos cercanos al juego para dejar las pertenencias.

Tras eso, tomé mi asiento y esperé a mi acompañante — Aún estás a tiempo de arrepentirte — lo miré con una sonrisa ligeramente socarrona. Claro, si es que él tenía miedo de quedar de cabeza en algunas de las vueltas, todavía estaba a tiempo de retirarse.

No sé, supongo que ha de ser algo ligeramente tétrico el hecho de subir con alguien a un juego y que al bajar te des cuenta de que no reacciona. Jamás he vivido algo así, y espero que esta no vaya a ser la primera vez en que ocurra. Soy demasiado joven todavía  como para cargar con algo así en la consciencia  — Nada de que se siente igual. Sé que será diferente… además de que tampoco me agradan mucho los asientos que están en los extremos — no sé, pero tengo la impresión de que ir tanto adelante o atrás sería mucho más brusco para nosotros. Por eso elegí los asientos que creí ideales antes de que alguien más osara sentarse en ellos.
 
Una vez que me acomodé en mi asiento, dejé las partes del cinturón de seguridad sobre mi regazo antes de que uno de los encargados del juego se acercara a nosotros para acomodarlos bien junto con una barra metálica que sería una de las pocas protecciones que tendríamos. Comencé a mover ligeramente las manos; en parte andaba nerviosa por el hecho de que pronto comenzaría a andar esta cosa hasta llevarnos hacia las vueltas que te dejaban de cabeza por milisegundos. Cuando comenzamos a andar poco a poco desde nuestro asiento, volteé a verlo —Prepárate que aquí vamos — y después de ello, miré hacia el frente. Primero el camino había sido recto, pero a casi cosa de nada comenzamos a subir por una buena pendiente que sólo terminaba en otra mucho más pronunciada. Desde ahí agarraríamos velocidad para las siguientes curvas — Ya casi, ya casi… — comenté con ligera impaciencia. Inclusive me incliné un poco contra el borde del carrito para intentar sentirme todavía más cerca de lo que faltaba.
 
Nos quedamos suspendidos en la parte alta de la primera curva, como si se estuviese generando un momento de tensión antes de que la nada fuéramos para abajo. Apenas y sentí el golpe de velocidad, levanté mis manos y grité algo parecido a un “Woaaaaaaaaaa”  sonoro y a todo pulmón mientras sonreía. Este tipo de cosas me gustaban y eran divertidas de hacer — ¡Eden, anda! ¡Levanta las manos! — vociferé, intentando no perder la voz en el intento — ¡Suelta esa barra de una buena vez! — aferrarse a la barra metálica que nos sostenía no sería del todo divertido. Un poquito de miedo tampoco estaba de más en situaciones como estas.
 
— Ya viene, ya viene… — dije cuando vi lo cerca que estábamos de la primera curva que nos iba a dejar de cabeza. Aquella que da la sensación de que caerás en cualquier momento. Ahí fue cuando bajé mis manos para agarrar la barra mientras reía. Tal vez para otros me estuviese comportando extraño, pero eso no era más que una leve muestra de que esta cosa me estaba entreteniendo.