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Cosechas Distrito 6

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Mensaje por One Hundred Games Lun Jun 24, 2013 12:11 pm




LAS COSECHAS


El día dio comienzo, pero este sol naciente no presagiaba una rutina más, no, al contrario, hoy era uno de esos días que muchas personas tomarían como una salvación, un año más de vida, pero para otros este era el momento, un instante en el cual toda su existencia se vería afectada, donde el curso de su vida se vería replanteado y donde la muerte regresaría con el frio abrazo de una muerte silenciosa. Como siempre los hombres y mujeres se vistieron a modo correcto según su estatus, los nervios eran comunes entre algunos, para otros esto no era sino una formalidad, después de todo su edad era la superior, ¿verdad?, otros cuantos sentían pánico y esperaban con todas sus fuerzas que la fuerza superior, Dios o alguna entidad más evitase que su nombre fuese dictado sobre el fatídico escenario. No paso mucho tiempo para que avenidas y calles se viesen inundadas de jovencitos y jovencitas, todos dirigiéndose en un paso ambulante hacia la gran plaza central, aquella que para la ocasión había sido perfectamente arreglada de manera tal que se podía pensar era de reciente creación, ni más ni menos que el edificio de justicia, lugar de la reunión.

Varias mesas donde algunos agentes de la paz se ubicaban recibían a los hombres y mujeres tomando de ellos muestras sanguíneas como si de un protocolo se tratase, cientos de papeletas eran vertidas en una urna cristalina que posteriormente fue dirigida al escenario ubicándola en un pequeño pedestal al centro del mismo. Pasados unos diez minutos los hombres y mujeres fueron divididos en dos grupos, los primeros estaban ubicados a la derecha y las segundas a la izquierda, entre ellos varias rejas limitaban el movimiento y las mismas eran resguardadas por agentes de la paz, al centro un pequeño corredor creado por aquellas vallas era el único camino a tomar. Veinte minutos fueron necesarios para que desde el interior del edificio apareciese la figura de una mujer bella al menos en cuanto a facciones, hacía años que se había erradicado la grotesca imagen de una representante deformada, aunque claro, el colorido simplemente se mantenía, esta mujer, cuyo cabello era de un tinte morado muy llamativo y cuyo maquillaje era de un color carmesí muy penetrante, se mostraba alegre y vivaz, acercándose a un micrófono dando una ojeada a todos los presentes y enviándoles una sonrisa maliciosa.

No dijo palabra alguna, pues el video típico comenzó a proyectarse en una enorme pantalla colocada sobre el edificio de justicia, en este se describían los años oscuros, las rebeliones sufridas y posteriormente la instauración de la realeza, así como un mensaje extra debido a los centésimos juegos, cuando hubo terminado solo había silencio. La mujer carraspeo y con voz chillona remarcando un acento capitolino menciono -¡Bienvenidos a las cosechas de los centésimos juegos del hambre!- elevo ambos brazos emocionada y posteriormente prosiguió -¡Ahora, ya todos saben el móvil de este evento!, ¿verdad?- lanzo una risilla por demás absurda -¡Sacare el nombre de una chica y un chico!- señalo la urna cristalina donde las papeletas se mantenían estáticas -¡Ellos representaran a su distrito y serán enviados al capitolio, así que mucha suerte a todos!- indago con su mano en la urna sacando el primer nombre perteneciente a la mujer -¡La tributo femenina es Zoe L. Drabatti- y tras ello, esperando a que dicha chica fuera conducida al escenario y dijese su edad, saco la segunda papeleta -¡El tributo masculino es Miles P. Edgeworth. - el proceso se repitió, una vez finalizado se tenían ya ambos tributos quienes fueron escoltados al interior del edificio donde tendrían derecho a una pequeña despedida.

-¡Que la suerte este siempre de vuestra parte!- comento la señorita dándose media vuelta y alejándose de aquel escenario hasta perderse junto con los tributos en el edificio de justicia, apenas sucedió esto los agentes de la paz ordenaron a que la gente desalojara el lugar, poco a poco la plaza quedo nuevamente vacía y aunque la gran mayoría estaba a salvo por otro año, dos de los jóvenes ahora se encontraban en sus últimos momentos dentro de su distrito, probablemente la última vez que se verían con vida con sus seres queridos, los juegos acababan de iniciar.

~REGLAS ~
  • Este es un tema de post único, en dicho post se debe describir desde su llegada hasta la selección. Esta regla solo puede ser rota por los tributos, ellos tienen permitido hasta un máximo de 2 post [uno donde son elegidos, el siguiente donde están en el escenario y son dirigidos al edificio de justicia].
  • Todos los demás pueden postear en este tema [ciudadanos comunes e incluso capitolinos que asistan a la cosecha para ver, así como mentores].
  • Los tributos tienen derecho a un post de “despedida”, dicho post debe ser en el edificio de justicia y puede ser de post único [post donde se inventa la despedida] o si tienen familia hacerlo como tema Flash Back.
  • A partir de este momento todos los temas de los tributos ajenos a los juegos son considerados Flash Back.
  • Los tributos deben tener un avatar obligatorio, si no se tiene se puede pedir uno en la zona gráfica.
  • Los tributos que no posteen en esta zona igualmente serán respetados, pero si un tributo no tiene actividad antes de los entrenamientos será considerado inactivo y tomado como NPC.
  • Los NPC serán manejados por la administración.

Este tema estará abierto hasta el día 26 de Junio.


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Mensaje por Zoe L. Drabatti Lun Jun 24, 2013 8:37 pm

Un golpe seco fue lo que me despertó a tan temprana hora de un día que pocos clasificarían como ‘cualquier otro’. Mis manos tanteaban el suelo de mi habitación para luego llevarme una de ellas a la cabeza. Uno de los movimientos que hice había provocado una ligera sensación de dolor que esperaba que se marchara con el paso de los minutos – Oww… – me quejé por lo bajo mientras mis ojos se adaptaban a la oscuridad.

Sin explicación aparente, tenía unos cuantos de mechones pegados al rostro, y en el momento en que comencé a moverlos me percaté de que mis mejillas estaban húmedas… ahora puedo recordarlo todo. De nuevo había soñado con mi hermana mayor, Miriam, concretamente sobre el instante en que se despidió de nosotros… el último momento en que le vi sonreír, la última vez en que sus labios besaron mi mejilla. Sabía perfectamente que no podría conciliar el sueño otra vez, así que me levanté poco a poco del piso y acomodé la cama. Debajo de ella había dejado una caja que a los pocos minutos saqué. Ésta contenía un ramo de flores que conseguí hace poco para dejarlo en la ventana a memoria de mi hermana – Son tiempos de cosecha otra vez Miriam… ya casi serán 6 años desde que te fuiste – me mordí el labio inferior para no comenzar a llorar. Hablar abiertamente de ella era algo que todavía me era difícil de realizar.

Las horas transcurrieron mientras yo no hacía otra cosa más que ver fijamente el ramo y pensar en todos los sucesos que habían ocurrido. Pronto llegó el momento en que tendría que alistarme, el momento en que mamá sacaría las prendas más decentes que teníamos para ir hacia la plaza central donde se llevarían a cabo las selecciones de tributos. No podía poner pretexto alguno para no asistir, ya que los castigos serían casi tan severos como la participación misma. Suspiré y me puse de pie para comenzar a asearme y a proceder con el peinado que no era más que mi cabello tan libre como siempre y una pequeña trenza que cruzaba de un lado a otro.

Una vez que finalicé con mi parte, fui a buscar a mi madre quien tenía preparado un vestido sencillo en colores blanco, algo de café y azul y un par de zapatos a juego. Claramente las cosas eran de segunda mano y ese fue el mismo atuendo que llevé hace 3 años… ni siquiera sé si me quedará igual o peor que antes. Para mi sorpresa, esta vez fue justo y a la medida. Mi padrastro se nos unió más tarde para desayunar algo sencillo: un trozo de pan con queso, tostada con miel y un plato de avena. En el transcurso nadie dijo nada, y en especial mamá estaba más callada que de costumbre.

El camino hacia la plaza central me era eterno. Observé a los otros chicos que iban a mis costados, pocos hablaban o si lo hacían era en voz baja. Algunos comenzaron a apostar sobre quienes serían los elegidos para la edición número 100. Muchos aseguraban que sería una chica más pequeña que yo y que ya a su tierna edad contaba con bastantes papelitos con su nombre dentro de las urnas. Lo que tenía en mente era pensar que después de esto nada más me quedaría una cosecha y si bien la libraba por fin podría darme el lujo de llevar una vida digna… nadie en el colegio suele decir sobre las cosas que le gustaría hacer cuando fuera mayor y así pues el futuro en verdad era incierto y la muerte estaba a la vuelta de la esquina.

Ya poco quedaba de los adornos que se emplearon para las festividades de Vasallaje que se llevaron en el distrito hasta hace unos días. Todo vino tan rápido como se fue; hemos pasado de la alegría al momento de tensión… aunque yo ahora ya paso a hacer el registro con los agentes de la paz. Uno de ellos toma mi mano y después toma una muestra sanguínea con un extraño aparato. Hice una mueca, esas agujas dolían más de lo que ellos creían. A esas alturas me había separado ya de mamá y Lukas. Comencé a dirigirme hacia la izquierda, en busca del grupo de chicas de 17 años. Lo único que nos separaba a las unas de las otras eran ciertas rejillas metálicas y uno que otro agente de la paz que ahí se ubicaba. Vi a unas conocidas a unos pasos de distancia y les saludé con un pequeño gesto para no llamar la atención, más este no me fue respondido con la misma motivación.

Tras varios minutos, hizo acto de presencia una mujer de llamativa figura que provenía del Capitolio con la finalidad de llevar a los tributos para los juegos de este año. Tenía la impresión de que ella era la única feliz entre el montón de personas que solo pedíamos que este tipo de tortura terminara. Sin decir nada, comenzaron a pasar el vídeo de todos los años. Casi podría apostar a que la mayoría de los aquí presentes lo recitaríamos rápidamente y con las palabras exactas. Se veía tanto a ganadores como a la gente que perecía en el intento de sobrevivir, el recuerdo de las rebeliones fallidas y el estúpido ascenso de un gobierno que dejaba mucho que desear… no soy del tipo de persona que insulta, pero me parecía absurdo que grandes grupos nos sometiéramos a la merced de la familia real para los cuales no éramos más que una pieza cualquiera en los juegos. Lo único nuevo fue el mensaje sobre la edición número 100 de los juegos… nada sorprendente en realidad.

La mujer vivaracha comenzó a hablar a pocos segundos de que el vídeo terminara. Su bienvenida no fue del todo cálida y hasta daba la impresión de que tenía prisa por marcharse de aquí. El ver su atuendo me hizo preguntarme si de verdad toda la gente capitolina es así de… exagerada. Pasó rápidamente a una de las urnas de donde sacó el primer papel que se topó con su mano. Aquél era el peor momento… la tensión era palpable en el aire y rápidamente todas las chicas nos miramos las unas a las otras preguntándonos quien sería la desafortunada en tener que postrarse delante de todos los del… – … ¿qué? – la pregunta se escapó de mis labios. Yo… yo escuche mal, ¿no es así? De seguro se equivocó… ese… esto… no puede estar pasando. Mi cuerpo se había congelado, literalmente y a mi alrededor varias voces comenzaron a decir mi nombre en voz baja para que reaccionara. La dura voz de un agente de la paz me regresó a la realidad y fue que comencé a dar pasos lentos para salir de entre la multitud. Mis pies se habían vuelto pesados, y eso lo supe una vez que estuve en el camino central.

Yo… Miriam… ¿esto habrá sentido ella al ir al escenario con esa mujer del capitolio? ¿Esta sensación indescriptible de miedo? Lo dudo… ella fue con valentía pese a que su vida se acabara en pocos días. No puedo hacer lo mismo, el corazón me late a mil por hora y desearía que esto no fuese más que otra de las tantas pesadillas que tengo. A diferencia de los juegos en donde participó mi hermana, esta vez no escuché un grito por parte de mi madre.

Me sudaban las manos, no quería llegar a escenario; no quería ir con la mujer de traje elegante, solo quería regresar a casa y encerrarme en mi habitación hasta sentirme a salvo. Aunque por hoy, nada iba a salvarme.

Con un empujón me hicieron quedar en el escenario, al lado de ella mientras efusivamente preguntaba por mi nombre. Miré a las personas, sus miradas eran de completo pesar. Intenté ubicar a mi madre, se veía más pálida de lo usual mientras mi padrastro la sujetaba… tal vez siga sin creer que otra de sus hijas será el sacrificio de este año, pero lo que llamó mi atención es que a un lado de ella se encontraba mi hermana… – Mir… Zoe, Zoe Drabatti – corregí en un susurro mi nombre – 17 años… – ¿por qué se aparecía ahora? Tal vez ella… ella quería estar conmigo.

El tributo masculino era un chico al que había visto en contadas ocasiones, de porte más elegante que el resto, inteligente y de actitud mucho más seria. Era Miles, alguien a quien traté de ayudar en su momento pero a dura palabra había rechazado mi oferta argumentando que él se las arreglaba muy bien solo.

Miré a las personas una vez más, tratando de grabarme la que probablemente será la última imagen que tendré de la gente de mi distrito. Sin más, nos escoltaron hacia el interior del edificio de justicia. Cada uno por diferentes lados donde muy ‘noblemente’ nos darían la oportunidad de despedirnos de la gente que viniera a vernos.

Las paredes de la habitación en donde me habían soltado los agentes de la paz eran frías. Las toqué con las yemas de mis dedos e intenté encontrarle un sentido a todo lo que estaba ocurriendo. Esta mañana parecía algo rutinario el ir a la cosecha pero ahora se había convertido en mi destino. A los pocos minutos se abrió la puerta y mi madre entró con las palabras de uno de los agentes de la paz que vigilaba que yo no hiciera algo estúpido… dejarme ir como carnada a los juegos era lo estúpido.

Ella me veía, y con su mirada me hizo pensar algo que yo traía en mente desde que esa mujer pronunció mi nombre: Yo no volvería a casa. Apenas y me tuvo en sus brazos me solté a llorar; yo no era tan fuerte como Miriam para sonreír y decir que pasara lo que pasara tendría que salir adelante. Pero lo que más odio es que no podré volver a Gia ni a papá otra vez… ¿ya sabrán que me han elegido? ¿Qué pasa si Gia también era la tributo del 7 de este año? Yo… yo no quería que eso sucediera. Debo de pensar que eso no sucederá y que algún día ella cumplirá 19 años y se verá libre de todos estos sacrificios a los que nos han sometido – Mamá… mamá, mírame por favor – le pedí entre sollozos. Su mirada era igual de vidriosa que la mía. Ella negaba repetidas veces con la cabeza diciendo que no podía ser yo quien fuese a representar al distrito 6 en los juegos – Prométeme que… que visitarás a Gia y a papá más seguido. Que le escribirás cartas contándole lo que te pasó en el día sin importar lo absurdas que sean las cosas y que… que le darás un bonito regalo de cumpleaños de mi parte con los ahorros que he dejado bajo la cama. También para el siguiente año déjale un ramo a Miriam en mi ventana… a ella le gusta eso – cuando dije eso, atiné a sonreír levemente y le di un beso en la frente. Cerré los ojos, dejando que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas –Te quiero mami… siempre lo he hecho – hice una pausa breve para tomar aire.

Dicen que cuando las personas mueren se van al cielo, pero yo no lo creo así. Aquellos que queremos y que perecen ,sea cual sea la situación, siguen viajando en el corazón de alguien , se convierten en recuerdos y a partir de ello siguen viviendo… recuérdame como la niña que te ayudaba en casa, la que te ocasionaba problemas y la que reía a cada buena cosa que le pasaba y olvídate de esta imagen que estás viendo – apenas dije eso, uno de los agentes entró dando el aviso de que el tiempo se había terminado. Entre dos terminaron llevándose a mamá que no quería separarse de mi y con el nuevo cierre de la puerta la habitación volvió a quedarse en silencio.

Me deslicé en la pared, todavía con las lágrimas cayendo y me abracé las piernas una vez que me senté en el suelo. Escondí mi rostro y lloré todavía más fuerte de lo que lo había hecho con anterioridad. Papá, mamá, Gianna… los quiero, pero de ahora en adelante no creo que la suerte esté de mi lado.

No mencioné a Miriam, pues el hecho de sentir que algo cálido me rodeaba los hombros me hizo pensar que ella estaba aquí, conmigo, y más viva que nunca.
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